¿Te ocurre a menudo que la leche se echa a perder demasiado rápido en el frigorífico?
La leche es muy sensible a las influencias externas como la temperatura y la exposición al aire. Para prolongar la vida útil de la leche, es fundamental almacenarla adecuadamente.
Una de las cosas más importantes que puedes hacer es mantener la leche a la temperatura adecuada. Los expertos recomiendan almacenar la leche a una temperatura de aproximadamente 3ºC, que suele estar en el estante inferior del frigorífico, ya que allí la temperatura es más constante.
También es importante asegurarse siempre de que el embalaje sea bien sellado, ya que la exposición al aire acelera el deterioro de la leche. Si no usa la leche rápidamente, sellar el recipiente adecuadamente será de gran ayuda para reducir su exposición a las bacterias que la deterioran.
Agregar sal: un truco para una frescura más prolongada
Quizás te sorprenda, pero uno de los trucos más antiguos para mantener fresca la leche es agregarla una pizca de sal. La sal actúa como conservante natural al inhibir el crecimiento de bacterias perjudiciales. Cuando agregas solo una pequeña cantidad de sal a la leche, no afectará su sabor, pero sí ralentizará significativamente el proceso de deterioro.
Mucha gente no conoce este truco, pero es muy efectivo y bastante fácil de utilizar. Sin embargo, los expertos coinciden en que la cantidad de sal debe ser muy pequeña para que no afecte el sabor de la leche.
Y lo que es más, no basta con confiar en fecha de uso, indicado en el embalaje. Es importante comprobar la leche antes de usarla: el olor y el sabor son los indicadores más fiables de si la leche todavía es apta para el consumo.
Si empieza a oler mal o tener un sabor extraño, es hora de tirarlo, independientemente la fecha, que está indicado en el embalaje.