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Atrapados en las trampas de los dispositivos digitales: ¿El tiempo frente a la pantalla les ha robado a mis hijos la verdadera infancia?

Foto: envato

Cuando las tabletas y los televisores se apoderaron de nuestra atención en casa, la ansiada disciplina también se despidió de la tranquila vida cotidiana de la familia. Los niños se han vuelto perezosos e irritables, como si su juego se limitara a presionar un botón. Durante mucho tiempo pensé que esto se resolvería solo, pero los cambios se hicieron evidentes: comenzó la distancia digital y nuestro vínculo se estaba desmoronando. Veamos cómo los niños, con un poco de ayuda, encontraron la salida de este círculo vicioso y adquirieron nuevas habilidades para la vida y felicidad.

El mundo digital es tentador: ofrece juegos coloridos, entretenimiento sin parar, tranquilidad para los padres e infinidad de información para los pequeños curiosos. Pero incluso la paz tiene su precio. Cuando dejé que mis hijos entraran por primera vez en este mundo sin límites, la idea era simple: algo de tiempo libre para mi esposa y para mí y paz en casa. Nada inusual, ¿verdad? Pero pronto resultó evidente que no era así. Me di cuenta en el comportamiento de ambos. cambios que no fueron agradables - desde una actitud desdeñosa hacia la responsabilidad y el respeto básico, hasta la repentina necesidad de una pantalla continua frente a tus ojos.

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La tecnología ofrece muchos beneficios, pero cuando se trata de criar hijos, puede convertirse rápidamente en un arma de doble filo. Como padres, a menudo minimizamos el impacto del tiempo excesivo frente a la pantalla y pensamos que los niños son felices si tienen acceso a sus aplicaciones y dibujos animados favoritos. Pero al mismo tiempo, significa restarle importancia a las actividades que fomentan la creatividad, la imaginación y el juego físico, actividades que son esenciales para el desarrollo saludable de un niño.

Cuando comencé a limitar mi tiempo frente a la pantalla, la respuesta fue mixta, pero noté cambios significativos. Por ejemplo, en lugar de jugar juegos de mesa todo el tiempo, mis hijos empezaron a jugar con legos nuevamente y a construir estructuras complejas. Pronto fui testigo de una situación que me conmovió: después de mucho tiempo, estaban jugando juntos nuevamente, sin discusiones ni exigencias de una nueva caricatura.

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Nuevas oportunidades de responsabilidad

Además de una mayor creatividad, surgió otro aspecto extremadamente importante: el sentido de responsabilidad. Asigné a los niños tareas diarias como guardar los juguetes, regar las plantas o ayudar a preparar la cena. Al principio hubo muchas quejas, pero finalmente empezaron a comprender lo útiles que eran estas tareas. Con tareas sencillas que fortalecieron su confianza en sí mismos, se volvieron más independientes y dispuestos a asumir nuevas tareas.

Conéctate sin dispositivos

Los paseos frecuentes, la lectura juntos y los juegos en familia han vuelto como principal fuente de entretenimiento en nuestro hogar. Los dos niños pronto descubrieron el placer de explorar la naturaleza y comenzaron a hablar de sus hallazgos, como una hoja interesante o piedras de diferentes formas. Esos momentos sin pantalla nos permitieron reconectarnos de una manera que un televisor o una tableta nunca podrían reemplazar.

La decisión de limitar el tiempo frente a la pantalla no fue fácil, pero los efectos fueron notables. Los niños se volvieron más comprometidos, curiosos y preparados para los desafíos, mientras que al mismo tiempo ganaron confianza en sí mismos y un sentido de pertenencia a la familia.

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El encanto de la perseverancia y los pequeños pasos.

Al principio fue difícil mantener la coherencia: limitar el tiempo frente a la pantalla, establecer nuevas rutinas y compromisos, incluido más tiempo para la lectura, proyectos creativos y juegos al aire libre, requería mucha energía. Los dos niños se resistieron, preguntaron por qué no podían divertirse como querían y con una comunicación clara logramos superar poco a poco este obstáculo. Les explicamos que el tiempo libre está destinado al desarrollo, no sólo a la diversión. Este enfoque los animó a empezar a buscar nuevos intereses por su cuenta, como andar en bicicleta o trepar a los árboles del parque.

Nuevos valores: más que entretenimiento

Era importante sustituir las pantallas por experiencias reales y ofrecer a los niños una sensación de valor y logro. Después de unos meses, los cambios fueron evidentes. La atención de ambos niños aumentó, se incorporaron más rápidamente a las conversaciones familiares y, sobre todo, se volvieron más felices y con mayor iniciativa propia en sus actividades. Juntos encontramos algo más que una simple "solución" a la pereza y la adicción digital: creamos una familia más fuerte y conectada donde todos contribuyen.

Al cambiar el enfoque del mundo virtual al real, noté que los niños se volvieron curiosos, cooperativos y satisfechos con las pequeñas cosas. Lo que parecía ser sólo un pequeño cambio (menos tiempo frente a las pantallas) me devolvió la alegría y la infancia que probablemente habría perdido sin ellas. Juntos encontramos una salida y al mismo tiempo nos dimos cuenta de lo valiosos que son los pequeños pasos hacia la conexión y la responsabilidad.

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