¿Por qué es tan difícil dar un paso atrás, incluso cuando sabemos que nos está destruyendo? ¿Cómo es posible que algunas personas, a pesar de su mala conciencia, su miedo y su inseguridad, regresen una y otra vez a una relación prohibida?
Las aventuras amorosas no son sólo el resultado de una pasión momentánea o de un acto imprudente: a menudo se convierten en algo mucho más complicado.
Aquellos que caen en esta trampa a menudo se dan cuenta de que deberían abandonarla, pero algo los detiene. un círculo vicioso. ¿Qué fuerza invisible es la que los atrae incluso cuando anhelan la libertad?
¿Cómo es que los asuntos se transforman en una trampa de la que no hay escapatoria?
Las aventuras amorosas suelen comenzar como un momento fugaz, algo emocionante e inesperado. Pero una vez que pasan cierto punto, se convierten en una red emocionalmente compleja.
Cada conexión misteriosa trae consigo una intensa emociones, que puede anular la razón. El individuo se encuentra en una posición donde todo intento de detenerse es infructuoso porque está impulsado por poderosos mecanismos internos. Estos mecanismos no son aleatorios: se basan en cómo nuestra mente y nuestro cuerpo reaccionan a la pasión.
Vamos a ver tres razones clave, que hacen que las personas sean incapaces de salir de una aventura, incluso cuando saben que deberían terminarla.
1. Dependencia emocional: el poder imbatible de la cercanía
Una aventura no es sólo pasión física, a menudo es... torbellino emocional, lo que crea una fuerte dependencia psicológica. Cuando alguien recibe atención, pasión y una sensación de especialización, se liberan sustancias químicas en el cerebro que crean una fuerte sensación de bienestar.
Cada momento de cercanía actúa como una recompensa que hace El individuo anhela más. Aunque intelectualmente sabe que debe irse, su cuerpo y su mente lo obligan a regresar. Se trata de un mecanismo similar al que se observa en la adicción a sustancias: la persona sabe que le está haciendo daño, pero aun así no puede detenerse.
Además, una aventura a menudo genera un sentido de conexión especial que no se puede lograr en ningún otro lugar. Y esto nos lleva al siguiente factor poderoso.
2. Miedo a la pérdida: El insoportable pensamiento de la soledad.
Uno de los mayores inhibidores para terminar una relación es el miedo a la pérdida. Cuando alguien se apega emocionalmente, la pérdida se convierte en un pensamiento insoportable. El temor no es sólo que perderá la relación, sino también que perderá el sentimiento que ésta le genera.
Miedo a la soledad es uno de los mecanismos psicológicos más poderosos. La gente quiere pertenecer, ser amada y sentir el calor de alguien más. Incluso si la relación no es saludable, la idea de perderla puede actuar como un dolor más difícil de soportar que la situación en sí.
Es por esto que las personas a menudo permanecen en sus relaciones aun cuando saben que deberían terminarlas. Prefieren aferrarse a la esperanza antes que enfrentarse al vacío.
3. La ilusión del cambio: falsas esperanzas que prolongan el sufrimiento
Una de las razones más comunes por las que una aventura nunca termina es la expectativa de que algo cambie. Esta ilusión es poderosa: el individuo cree que algún día la situación será diferente, que el ser amado tomará decisiones que le traerán felicidad.
Pero la realidad a menudo es cruel: La mayoría de los asuntos no conducen a ninguna parte., pero a pesar de ello, los socios quedan atrapados en un círculo vicioso de promesas, negociaciones y falso optimismo. Cuando uno quiere irse, el otro ofrece una nueva razón para quedarse.
Cada nueva promesa, cada signo de esperanza se convierte en una nueva razón para continuar. Y así el asunto continúa hasta que sucede algo que lo pone todo patas arriba.