Cuando decimos "adiós", no solo nos despedimos de una persona, un lugar o un sueño. También nos despedimos de la parte de nosotros mismos que estaba conectada con lo que estamos perdiendo. Puede dar miedo, como perder una parte de tu alma. Pero precisamente en esta pérdida reside el potencial de algo nuevo, desconocido, pero extremadamente valioso. Cada adiós es como cruzar una puerta que nos lleva a un nuevo mundo de oportunidades, si tan solo estamos dispuestos a mirar más allá del dolor.