¿Cuántas veces se han tomado decisiones sólo para complacer a los demás? ¿Cuántas veces se eligió la respuesta más segura, menos atrevida, más esperada? ¿Cuántos sueños se perdieron antes de que tuvieran la oportunidad de hacerse realidad?
Pero entonces ocurre un cambio.
Lentamente, casi imperceptiblemente, la necesidad de validación comienza a desvanecerse. Las voces que una vez dictaban las reglas ahora son sólo ruido de fondo.
De repente, ya no tienes que explicarle tus decisiones a nadie. De repente ya no hay necesidadpara que alguien más diga: “Sí, este es el camino correcto”. Porque el único que puede decir eso ha estado aquí todo el tiempo. ¡Eres tú!
Complacer se convierte en cosa del pasado
¿Cuánto tiempo le llevó usar máscaras, representar roles, ajustar el tono de voz y la expresión facial, solo para lograr que los demás asintieran? ¿Cuánta energía se invirtió en encontrar esa versión perfecta de ti mismo que agradará a todos?
Y entonces, como si alguien hubiera abierto las ventanas, llega el alivio. Nunca serás suficiente para algunas personas. Algunas personas siempre encontrarán algo que cambiar.
Y eso ya ni siquiera importa. Porque complacer es una maratón sin objetivo, y un día queda claro que esta carrera no tiene sentido.
Las verdaderas amistades no necesitan explicaciones.
Hay personas que te entenderán sin explicaciones. ¿Quién no exigirá pruebas de por qué algo es la decisión correcta? ¿Quién no valorará tu valor en función de lo bien que te ajustas a sus expectativas?
Aquellos que te abandonan cuando ya no obtienen la versión que imaginaban, nunca estuvieron realmente aquí. Y los que quedanPase lo que pase, estos son los únicos que realmente contaron.
La prueba está completa.
¿Cuánto tiempo ha durado la mentalidad de “tengo que demostrarles que están equivocados”? ¿Cuánta energía se invirtió en demostrar la verdad a personas que nunca quisieron verla?
Y luego llega un momento en que todo esto simplemente se abandona. Déjalos creer lo que quieran. Déjenles tener su propia opinión. Déjalos crear sus propias historias. Porque ésta ya no es una batalla que valga la pena pelear. Su verdad no es necesariamente tu verdad.
Ya no hay necesidad de relaciones forzadas
¿Cuánto tiempo se perdió en personas que siempre exigían más y nunca daban lo mismo? ¿Cuántas veces has sentido la necesidad de mantener relaciones simplemente porque tienes que hacerlo?
Pero ahora, finalmente, llega la comprensión de que la verdadera conexión, la amistad, no es real si se requieren pruebas constantes. Si es agotador no vale la pena. Si es real, simplemente existe, sin esfuerzo, sin dudas, sin preguntas.
Lo único que importa es tu propio camino.
Cuando la necesidad de confirmación desaparece, sólo queda la esencia: lo que siempre ha estado aquí. Propio un sueño, propios deseos, propias elecciones. Y de repente todo cambia.
Ya no se trata de quién dijo que algo era correcto. Ya no se trata de quién está de acuerdo. Ya no se trata de si todos están contentos. Se trata justamente de esto, ¿Estás feliz con la vida que estás creando?