Sartén de hierro fundido: un ícono del prestigio en la cocina y un objeto de deseo para todos los que aman lo horneado, lo crujiente, lo sellado y todo lo demás. Pero, al igual que un bolso de cuero genuino de lujo no va directamente a la lavadora, una sartén de hierro fundido no soporta los atajos modernos. ¿Lavavajillas? Gracias, no. ¿Detergente? Sólo si quieres sabotear tu propia herencia culinaria.
Sartén de hierro fundido Nunca se limpia con detergente! Y aquí viene la pregunta que todo principiante se hace cuando lo usa por primera vez: ¿cómo diablos puedo limpiar esto sin arruinar todo el recubrimiento y la magia de la sartén? No te preocupes: no hace falta ser un mago ni el chef de un restaurante con estrellas Michelin. Todo lo que necesitas es un poco de sal de mesa, un cepillo, paciencia y algunos conocimientos básicos. Aquí tienes una guía que te permitirá mantener tu sartén de hierro fundido en buen estado durante generaciones.
¿Cómo limpiar una sartén de hierro fundido?
1. Sal gruesa: tu nueva mejor amiga
Olvídese de las esponjas con detergente: la primera etapa de la limpieza comienza con sal de mesa gruesa. Espolvoréalo en una sartén aún caliente (el calor ayuda a eliminar los residuos de comida) y frótalo suave pero firmemente con un cepillo de bambú o de madera. La sal actúa como un abrasivo natural, eliminando los restos de comida horneados sin dañar la capa protectora (esa famosa “pátina” que le da a la sartén sus superpoderes).
2. Lavado: solo agua tibia, sin jabón.
Una vez controlada la suciedad, enjuaga la sartén con agua caliente. Nunca agregue detergente: esto eliminará la capa protectora natural que se ha creado durante años de uso. Si la suciedad es muy resistente, puedes utilizar un cepillo suave o una espátula de madera, pero nunca una esponja metálica. Después de lavarla, seque la sartén inmediatamente.
3. Secado al fuego: como en los viejos tiempos
Una sartén de hierro fundido húmeda es un hogar ideal para el óxido. Por eso, después de lavarlo, colócalo en el fuego y sécalo bien a fuego medio. Esto no sólo es práctico, sino también casi terapéutico: ver el vapor evaporarse de la plancha es pura meditación.
4. La verdad grasienta: aceite para protección
Cuando la sartén esté tan seca como el Sahara, es hora del paso final: cubrirla con una fina capa de aceite vegetal (por ejemplo, de linaza, de colza o de aguacate). Utilice una toalla de papel y frote el aceite sobre toda la superficie, incluido el exterior y el mango. No, no es una exageración: se trata de prevención. Esto preserva la capa protectora y prepara la sartén para la siguiente ronda de cocción.
5. Cuando aparece óxido, no es el fin del mundo.
Si ocurre una tragedia y aparece óxido en tu sartén (porque, por ejemplo, la dejaste mojada en el fregadero, admítelo), puedes salvarla. Prepare un baño con partes iguales de agua y vinagre y sumerja la sartén en él durante 1 o 2 horas. A continuación, frótelo bien, enjuáguelo, séquelo y, con cuidado, vuelva a aceitarlo.
Conclusión:
Una sartén de hierro fundido no te decepcionará si tú no la decepcionas. No le gusta la superficialidad, odia los detergentes y ama la consistencia. Pero una vez que domines este ritual, obtendrás las mejores patatas al horno y los mejores filetes de tu vida. Y una cosa más: una sartén de hierro fundido limpia en el estante no es solo un utensilio de cocina. Es un trofeo.