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Cómo vivir la vida al máximo para no agotarte

Foto: envato

En el mundo moderno, donde todo sucede a un ritmo increíblemente rápido, caminamos constantemente al borde del fracaso, tratando de hacer realidad nuestros sueños mientras mantenemos la cordura y la estabilidad para no quemarnos.

Y estamos constantemente en peligro de que eso nos suceda. En la lucha por los logros, siempre estamos tensos, porque queremos ganar.

En esta lucha, el tiempo es el mayor enemigo y no podemos vencerlo. Constantemente nos elude y nos insta aún más a tratar de organizarnos lo más inteligentemente posible, establecer prioridades, ser productivos. Y, con suerte, logramos aprovechar al menos un poco del esquivo tiempo para relajarnos y sentir algo de paz.

Pero incluso en esa paz, no estamos en paz, porque sentimos que estamos perdiendo el tiempo. Nos sentimos culpables por descansar en lugar de hacer algo útil.

Una de las cosas más desafiantes es para aprender a dejar de llenar nuestros días con cosas que no nos llenan.

No es necesario lograrlo todo. Foto: Allef Vinicius / Unsplash

Lo cierto es que no importa en qué etapa de la vida nos encontremos actualmente, no tenemos que hacer todo. No necesitamos entender o planear todo. No tenemos que lograrlo todo y tenerlo todo. Está bien no saber a dónde nos lleva nuestra trayectoria profesional o qué queremos hacer exactamente.

No alcanzaremos antes nuestros objetivos si tenemos prisa, porque estamos los cambios suceden cuando estamos listos para ellos. Tenemos que aceptar que la dinámica de la vida y el desarrollo se mueven según algún plan que ni siquiera tiene en cuenta nuestras ambiciones o miedos.

El tiempo gana todas las batallas, por lo que no tiene sentido pelear estas batallas.

No nos apresuremos, porque las prisas no aceleran las cosas, solo generan estrés y agotamiento. Es suficiente mantener el rumbo y tratar de hacer lo correcto en el momento en que hacemos algo.

Sucederán eventos, la vida te traerá descanso, algo que requerirá que vayamos más despacio.

Ve despacio, respira vida. Foto: Alexey Turenkov/Unsplash

Vamos despacio y sintamos todos los sentimientos, que suprimimos en algún lugar del camino, y escuchemos el zumbido de los pensamientos de los que huimos.

Reduzcamos la velocidad antes de que los acontecimientos de la vida nos obliguen a hacerlo. Vivimos a nuestro ritmo, porque el viaje es solo nuestro y podemos viajar más lento que los demás.

Se nos permite disfrutar del viaje, y que a veces no hacemos más que disfrutar del viaje, aunque no nos estemos moviendo.

Se necesita mucho coraje para respirar profundamente todos los días, para dormir en paz por la noche, para estar presente en lo que está sucediendo en este momento.

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