La primera infancia es la clave para una buena salud mental en la edad adulta.
La primera infancia sienta las bases de nuestros sentimientos y reacciones posteriores en la vida. La salud mental no es algo que cobra importancia sólo en la edad adulta, pues se construye desde los primeros momentos de la vida. Desde cómo gestionamos el estrés hasta cómo afrontamos los desafíos. Todo está profundamente conectado con el entorno en el que crecimos.
¿Cómo nos moldea la primera infancia?
La primera infancia es un período sensible, Cuando el desarrollo del cerebro está en su punto máximo., lo que significa que este es un momento de oportunidades y vulnerabilidad. ¿Cómo reaccionaron sus cuidadores cuando usted estaba enojado? ¿Recibió consuelo y apoyo, o hubo restricciones para expresar emociones? ¿Cómo han afectado estas experiencias su comprensión de la salud mental y emocional? Etc. Todas estas son preguntas importantes y las respuestas se pueden encontrar en la primera infancia.
Las investigaciones confirman el vínculo entre las experiencias tempranas y el bienestar a largo plazo. Un estudio reciente encontró que las experiencias infantiles negativas, como la negligencia o el trauma, aumentan significativamente la probabilidad de desarrollar problemas de salud mental como depresión y ansiedad en la edad adulta (Tzouvara et al., 2023). Pero no se trata sólo de evitar experiencias negativas. Las interacciones positivas, como leer con uno de los padres, consolar cuando se está angustiado y explorar de forma segura, ayudan al cerebro a formar una personalidad más resiliente.
Y no sólo en la primera infancia, la formación de nuestra comprensión del mundo comienza ya en el útero. Los estudios han demostrado que los altos niveles de estrés durante el embarazo pueden afectar el desarrollo emocional del niño, aumentando la susceptibilidad a la ansiedad y la desregulación emocional en el futuro (Jagtap et al., 2023).
Entonces ¿ya está todo decidido?
¡Nada de eso! La primera infancia tiene un impacto significativo en nosotros y en nuestra personalidad, sentimientos, pero el camino hacia el bienestar mental no termina en la infancia. Es un proceso integrado a lo largo de la vida. El desarrollo personal implica trabajar constantemente en hábitos que mejoren el bienestar emocional y mental. Un buen ejemplo son las prácticas de atención plena: meditación diaria o práctica de la gratitud. Estos pueden reprogramar gradualmente el cerebro para lograr un mejor equilibrio emocional, lo que mejora la salud mental en general.