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¿Creciste siendo gritado por tus padres? Reconoce las consecuencias que aún hoy cargas

Foto: envato

¿Tu infancia estuvo llena de fuertes críticas y arrebatos de ira por parte de tus padres? Aunque parezca que estas experiencias han quedado atrás, pueden permanecer con usted hasta la edad adulta. Que te griten cuando eres niño a menudo deja cicatrices que afectan tu autoestima, tus relaciones y tu salud mental.

niños que son gritos experimentados, a menudo llevan consigo heridas invisibles que les provocan problemas de confianza en sí mismos, experimentan ansiedad o evitan conflictos. ¿Cómo se manifiesta esto en la vida cotidiana y qué puedes hacer?

Problemas de autoestima

Gritar le dice al niño que no es lo suficientemente bueno o que lo está haciendo todo mal. En la edad adulta, esto puede provocar dudas crónicas sobre uno mismo, sentimientos de inferioridad y miedo al rechazo. Cada error se convierte en evidencia de un fracaso personal, lo que lleva a una autocrítica excesiva.

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Ansiedad crónica

Los niños a los que les han gritado a menudo desarrollan una sensación de amenaza constante. En la edad adulta, esto se manifiesta como una ansiedad constante provocada por conflictos, críticas o incluso situaciones de la vida cotidiana. Viven con el temor de un "nuevo brote", que los lleve al agotamiento.

perfeccionismo

El miedo al fracaso inculcado desde la infancia puede conducir a un perfeccionismo implacable. Los adultos se esfuerzan por alcanzar estándares imposibles para evitar las críticas. El perfeccionismo no es un signo de excelencia, sino una tensión interna constante que conduce al agotamiento.

Problemas en las relaciones

Los gritos frecuentes de los padres afectan la capacidad de formar relaciones saludables. Algunos adultos temen la confrontación y el conflicto, por lo que se retiran o se someten. Otros, sin embargo, internalizan un patrón de ira y reaccionan con agresión, dificultando las relaciones con socios, amigos y colegas.

Foto: envato

Inestabilidad emocional

Los niños a los que les han gritado tienen dificultades para regular sus emociones. En la edad adulta, esto se refleja en arrebatos emocionales exagerados, ya sea enfado, llanto o incluso entumecimiento emocional. El miedo a expresar sentimientos conduce a la confusión interior y la soledad.

Conclusión:
Gritar en la infancia no es sólo un recuerdo fugaz: da forma a tu mundo interior. Si reconoces estas consecuencias en ti mismo, es importante saber que el cambio no sólo es posible, sino necesario. La ayuda terapéutica, la autocompasión y trabajar la estabilidad emocional son pasos clave para sanar estas heridas invisibles.

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