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¿De verdad necesitas lavar la ropa nueva antes de usarla? La respuesta podría sorprenderte.

Foto: IA

Cuando un mini desfile de moda con prendas recién compradas se despliega lentamente en el probador, parece un cuento de hadas. Una camisa nueva que brilla de maravilla, esos vaqueros que por fin te quedan bien: ¡amor instantáneo! Y entonces te dices: "¡Ah, está nuevo, impecable!". Y ¡zas!, ya estás vestida y de camino a la ciudad.

¿Alguna vez te has preguntado quién llevaba esos pantalones? antes de ¿Tú? Y no, no estamos hablando del antiguo dueño, porque no los compraste en de segunda manoEstamos hablando de compañeros invisibles: sustancias químicas, microbios y todo lo que cae dentro de la categoría de “preferiría no saberlo”.

Lo cierto es que nuevo no significa limpio. Tras esa etiqueta brillante se esconde una historia mucho más larga: sobre producción, almacenamiento, envío, pruebas... Y cada paso implica una posible contaminación. No, esto no pretende asustarte, sino invitarte a pensar: si estás dispuesto a lavar la fruta antes de comerla, ¿por qué ibas a tratar menos tu piel?

Foto: envato

Tintes que se escapan y tiñen todo a la vez

Cuando la industria textil color de la telaA veces, los pigmentos no se fijan donde deberían: en la tela. Los tintes sueltos pueden transferirse fácilmente a otras prendas, así como a la piel. Esto es especialmente problemático si la prenda es de un color oscuro y vibrante. Por ejemplo, una camiseta roja puede convertir fácilmente un suéter blanco en un desastre rosa pálido.

Además de las molestias estéticas, algunos tintes pueden causar irritación cutánea, especialmente en personas con piel sensible o alérgica. Por lo tanto, lavarse antes del primer uso es más que una simple precaución: es una forma de autoprotección.

Sustancias químicas que tu piel no ordenó

La ropa, especialmente la fabricada con materiales sintéticos, suele contener diversos residuos químicos. Estos pueden incluir formaldehído (que ayuda a prevenir las arrugas), pesticidas de los campos de algodón, retardantes de llama y otros aditivos cuyos nombres parecen sacados de una lista de experimentos de laboratorio.

Estos residuos químicos pueden causar sequedad, enrojecimiento, picazón y, en casos graves, erupciones al entrar en contacto con la piel. Y aunque la prenda pueda sentirse suave y cómoda al tacto, a menudo es el resultado de estos aditivos químicos. Un solo lavado no eliminará todo, pero sí lo suficiente como para que tu piel te lo agradezca.

Foto: envato

“Viajeros” microscópicos: bacterias, virus y otras bestias

La ropa recorre distancias increíblemente largas: desde una planta de fabricación en Asia hasta un almacén en Europa, luego a una tienda y, finalmente, a tu armario. En el camino, las telas entran en contacto con innumerables superficies, personas y entornos. Cada contacto deja su propia huella microbiológica.

Estudios han encontrado varios tipos de bacterias en la ropa nueva, incluyendo bacterias fecales, así como virus de la boca y la nariz. Y por si fuera poco, también hay visitantes suaves: piojos, sarna y (en una desafortunada combinación de humedad y calor) incluso chinches. Genial, ¿verdad?

Humedad, contenedores y ¿moho?

La ropa que viaja en contenedores suele permanecer durante semanas o incluso meses en condiciones inapropiadas para las telas. El calor, la humedad y la falta de ventilación son la combinación perfecta para la proliferación de moho. Incluso si una prenda no muestra signos de moho a primera vista, puede contener esporas que comienzan a descomponerse al exponerse al aire, y luego las inhalamos.

También en este caso, lavarse es la forma más sencilla de eliminar sustancias potencialmente dañinas por el desagüe (y no sobre uno mismo).

Foto: envato

¿Qué pasa si se ve realmente limpio?

Claro, la ropa nueva suele oler bien, está doblada, sin manchas y completamente impecable. Pero las apariencias engañan. Ese "olor a nuevo" suele provenir de una mezcla de químicos, no de frescura. Y como nunca se sabe quién se probó la ropa antes que tú, ni qué almorzó ese día, lavarla es la mejor inversión. Al igual que lavas una taza nueva antes de servirle café, primero sumerge la camisa en el agua jabonosa.

Seamos sinceros, probablemente todos hemos silbado en el ciclo de lavado al menos una vez y pensado: "Todo irá bien". Pero una vez que consideras lo que podría estar oculto en la tela, queda claro que la lavadora es tu mejor aliado. No solo tu ropa respirará mejor después del lavado, sino que tu piel, nariz y salud te lo agradecerán infinitamente. Así que antes de estrenar tu chaqueta, dale un baño. A la ropa también le encanta un nuevo comienzo.

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