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Permítete respirar: la paciencia contigo mismo es el primer paso hacia la paz

Foto: envato

¿Pensemos que somos como un árbol en una tormenta? Nos doblamos, pero no nos rompemos. La vida nos sacude por todos lados, pero al mismo tiempo nos ofrece la oportunidad de adaptarnos, de convertirnos en algo poderoso. ¿Pero realmente nos estamos dando tiempo? ¿Por qué esperamos florecer inmediatamente después de la tormenta?

¡Esperemos el momento en que podamos volver a respirar!

Nada se gana con apresurarse

Si intentamos respirar profundamente, sentimos nuestro momento. ¡El mundo nos obliga a darnos prisa! ¡Ahora arréglalo! ¡Ahora sé feliz! ¡Ahora! ¡Ahora! ¡Ahora!

Pero la vida no funciona cuando se le ordena. Ahora que lo pienso, ¿cuándo fue la última vez que nos despojamos de esa armadura de presiones del tiempo? ¿Cuándo fue la última vez que nos dijimos: "Está bien, hoy simplemente estaré".

Todos aliento, cada pensamiento que parece infinitamente lento es en realidad nuestro ritmo de renovación. No necesitamos música, no necesitamos audiencia. Seamos simplemente quienes somos. ¡Qué eres!

A veces parece que estamos mirando a través de un cristal empañado

No tenemos idea de hacia dónde vamos, pero sabemos que tenemos que seguir adelante. Demos un paso atrás. ¿Por qué no nos tomamos un momento para despejar esta ventana?

Recordemos, la visión borrosa no es nuestro enemigo, es solo un recordatorio, que necesitamos tomarnos un momento para nosotros mismos. El mundo no va a ninguna parte. Confiemos en que vamos por el camino correcto, aunque todo parezca confuso.

¡No te apresures, tómatelo con calma, todo irá bien! Foto de : Freepik

Paciencia no es pereza. Es el arte de esperar mientras nuestras raíces crecen.

¿Has probado alguna vez a pegar rápidamente un trozo de cerámica roto?

Lo pegamos con facilidad, pero se deshace al primer toque. Es lo mismo con nosotros. Si pretendemos que ya estamos "bien", corremos el riesgo de que el más mínimo viento nos destroce nuevamente. En cambio, lo dejamos lesiones conectarse de forma natural. Nos permitimos estar dispersos, inacabados, asimétricos.

No siempre hay que apresurarse. A veces basta con existir. Para recordar lo lejos que hemos llegado.

Piensa en la frecuencia con la que eres amable con las personas que te rodean. Anímelos a que se tomen su tiempo, dígales que está bien ser vulnerable. ¿Por qué no hacer lo mismo por ti mismo? El tiempo no es nuestro enemigo, sino la oportunidad. Mirémonos al espejo y digámonos: "Está bien si hoy no va a ser un día perfecto".

El crecimiento no es una carrera de velocidad

Es una pieza sutil que construimos paso a paso. Ser paciente consigo mismo no es un lujo: es la clave de la libertad. Permítete convertirte en el dueño de tu propio ritmo. En lugar de compararnos con los demás o intentar ganarle al tiempo, centrémonos en lo que es real: nuestro progreso.

Y no lo olvidemos: incluso cuando nos quedamos quietos, nuestras raíces se vuelven aún más profundas.

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