¿Alguna vez has caído en tu propia trampa? El amor puede ser maravilloso. Lleno de esperanza. Pero al mismo tiempo, también puede ser tu mayor enemigo.
¿Alguna vez has convencido a alguien de que eres digno de su atención? ¿Esperando que tu amor cambie a alguien que ni siquiera te ve? ¿Perdido en un carrusel repetitivo de expectativas que nunca se cumplieron?
Si te reconoces en esto, bienvenido al club. Ahora es el momento de encontrar una salida.
ellos estan frente a ti tres maneras, cómo te causas dolor a ti mismo y cómo puedes detenerlo.
1. Constantemente estás explicando algo a alguien que no quiere entenderte.
Primero, prueba a tener paciencia. Luego con comprensión. Quizás incluso con humor. Y cuando todo falla, con ira. Pero no pasa nada. Esta persona todavía no te escucha, todavía no entiende lo que es importante para ti, todavía actúa como si fueras invisible.
¿Realidad? Si alguien no quiere entender no podrás convencerlo.
Puedes gritar, llorar, escribir largos ensayos o buscar palabras nuevas, pero si alguien ya ha decidido que no te entenderá, entonces solo estarás desperdiciando energía preciosa.
El problema no es que no seas lo suficientemente claro. El problema es que no quieren oírlo.
No pierdas más tiempo. Tus palabras valen más que rebotar sin parar contra muros que alguien se niega a derribar.
2. Amar con la esperanza de que el amor cambie sus sentimientos.
Esta es una trampa en la que cae la gente buena. Piensas que si te preocupas lo suficiente, si das más, si eres paciente, esa persona un día se dará cuenta de lo increíble que eres. Quizás incluso te hayas dicho a ti mismo: “Solo un poco más… solo una pieza más de evidencia…”
Pero aquí está la dolorosa verdad: El amor no convence, el amor se reconoce.
Si alguien no siente lo mismo por ti, eso no cambiará por mucho que lo intentes. Lo único que conseguirás es perderte en el proceso. ¿Y qué triste es darle todo a alguien que ni siquiera lo nota?
Libera tu espacio. En algún lugar, hay alguien que te amará sin necesidad de demostrar nada a cambio. Deja que él te encuentre.
3. Estás pasando días, pero no los estás viviendo.
¿Recuerdas la última vez que sentiste esa alegría verdadera y sincera? ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por ti mismo, no porque tenías que hacerlo, sino porque querías hacerlo?
Muchas personas no viven: simplemente existen. Se levantan por la mañana, hacen su rutina, pasan el día, se van a dormir por la noche... y así hasta el infinito.
Pero esto no es vida, esto es supervivencia.
Si estás esperando el momento adecuado para empezar a disfrutar, tengo que decepcionarte: ese momento nunca llegará a menos que lo crees tú mismo. No desperdicies tu única oportunidad de vida huyendo de ella.
Hay tantas cosas esperando que las experimentes. Tantos momentos que podrían ser tuyos. ¿Por qué dejarlos pasar?
Pensamiento final: deja de sabotear tu propia felicidad
A menudo nos causamos el mayor daño a nosotros mismos, sin siquiera darnos cuenta. No importa cuánto hayamos dado, no importa cuánto hayamos esperado, si algo no se mueve, entonces no es nuestro.
No persistas donde no te aprecian. No convenzas a quien no te puede escuchar. Y, sobre todo, no dejes que tu vida se te escape de las manos por estar demasiado ocupado haciendo las cosas equivocadas.
Es hora de dejar de quedarnos quietos. Da un paso adelante y elige la felicidad.