La dignidad es y será siempre el reconocimiento de que cada uno de nosotros merece lo mejor. ¡Y nunca debemos permitirnos perderlo ante nadie!
El amor siempre tendrá su límite. Y su nombre es DIGNIDAD – este respeto que la gente tiene por sí misma, él lo tiene precio altoy nunca aceptaremos un amor que no nos ama cumple y no el trabajo de mejores personas.
El poeta y diplomático chileno Pablo Neruda dijo una vez que es El amor es corto, pero difícil de olvidar.. Y aunque hay mucho de cierto en sus palabras, a veces no hay mejor solución que sí. olvidemos nuestros sentimientos, para finalmente recordar lo que realmente vale. ¡No debemos suplicar amor y no debemos perder nuestro orgullo y dignidad!
A menudo escuchamos que el ego alimenta nuestro orgullo y el espíritu de nuestra dignidad. Y estas dos dimensiones son parte de nuestras emociones, por lo que muchas veces nos confunden. El orgullo es el enemigo del hombre que conocemos bien y está relacionado con el nuestro. amor por nosotros mismos. Pero también va un paso más allá: es como un arquitecto que construye muros y los teje con alambre de púas. relaciones con otras personas.
Y aunque a primera vista parezca que el orgullo es sinónimo de fuerte personalidad, generalmente se esconde en algún lugar de lo más profundo de nosotros autoestima extremadamente bajami. Esto último es la clave para protegernos a nosotros mismos, no lastimar a los demás.
- Necesitamos establecer un límite en las relaciones emocionales. No somos responsables de responder a todos los problemas de nuestro socio, ni de cerrarnos solo para que el socio pueda brillar.
- Sentimos amor y lo construimos cada día. Si descubrimos que no existe tal cosa en la relación, no tiene sentido persistir. Porque un milagro es sólo una ficción. Admite valientemente la verdad ante ti mismo, porque sólo así evitarás situaciones que podrían ser destructivo.
- El amor no debe ser ciego. Aunque algunos defiendan esta idea, debemos recordar que es mucho mejor ofrecer nuestro corazón a alguien, pero al mismo tiempo permanecemos con los ojos abiertos, el corazón grande y fuertes en dignidad. Así seremos formar relaciones dignas, que valen la pena porque se basarán en el respeto, no en el poder y en hacerse la víctima.
La dignidad es y será siempre el reconocimiento de que cada uno de nosotros merece lo mejor. Es mejor estar solo con dignidad que vivir en una relación imperfecta. ¡Y nunca debemos permitirnos perderlo ante nadie!