¿Alguna vez te has preguntado por qué el amor verdadero muchas veces aparece cuando no lo buscamos? ¿Será que todo el esfuerzo, la búsqueda y la planificación no pueden compararse con el poder de la espontaneidad?
En la vida muchas veces estamos convencidos de que todo hay que conseguirlo con planificación, esfuerzo y esfuerzo constante. Sin embargo, el amor no es algo que se pueda poner en un horario.
Amor verdadero llega cuando estamos preparados para ello, pero en un sentido completamente diferente. Esto no significa que tengamos que tener el trabajo perfecto, llevar una vida ordenada o saber exactamente lo que queremos. La verdadera preparación significa ser abierto, vulnerable y auténtico.
Cuando el amor se convierte en una meta, muchas veces pasamos por alto la belleza de los momentos que nos llevan a ella. Intentamos controlar cada detalle y olvidar que los momentos más bonitos de la vida son los que no planeamos. El amor no es algo que buscamos; el amor es algo que nos encuentra.
¿Por qué nos esforzamos demasiado?
A veces nos concentramos tanto en encontrar el amor que perdemos el contacto con nosotros mismos. Creemos que tenemos que ser perfectos para merecer ser amados. Nos fijamos altas expectativas, buscamos momentos ideales, personas ideales y circunstancias ideales. Pero la verdad es simple: el amor llega cuando somos reales.
Pensemos en momentos en los que estábamos completamente centrados en nosotros mismos. Cuando seguimos nuestras pasiones, creamos algo que nos inspira o simplemente disfrutamos de la vida. Fue entonces cuando lo más probable es que exudamos nuestra mejor energía: la energía que atrae el amor sin esfuerzo. Cuando dejamos de mirar, nos volvemos más abiertos a todo lo que la vida tiene para ofrecer.
El encanto de los momentos que no planeamos
Inesperadamente, tiene un poder especial. Cuando dejamos de controlar y dejamos que la vida siga su curso, creamos espacio para los milagros. Estos son los momentos en los que el amor llega a nosotros de la manera más inusual. Quizás a través de una conversación amistosa con un extraño, un encuentro casual en el camino o una mirada profunda que nos cambia para siempre.
Espontaneidad es el corazón del amor. Lo inesperado tiene algo de mágico, porque nos sorprende cuando menos lo esperamos. Entonces no estaremos cargados de dudas ni de miedos: simplemente somos nosotros. Y esto es lo que atrae a las personas adecuadas a nuestras vidas. Sucede cuando estamos dispuestos a quitarnos las máscaras y dejar que alguien nos vea tal como somos.
¿Cómo abrirse a ella?
Lo máximo que podemos hacer es dejar de perseguir algo que ya está destinado a nosotros. Centrémonos en nosotros mismos. A los sueños, las pasiones y la felicidad. El amor no es una recompensa por la perfección, sino un regalo que llega cuando estamos dispuestos a aceptar todas nuestras imperfecciones.
Confianza es clave. Confiar en que la vida nos lleva en la dirección correcta, incluso si no entendemos cada paso. Nos permitimos ser vulnerables. Abracemos los momentos inesperados y abracémoslos con los brazos abiertos. El verdadero amor no llega porque lo buscamos; llega porque estamos dispuestos a creer que lo merecemos.
Nos permitimos disfrutar de los momentos que nos trae la vida. Y cuando menos lo intentamos, podemos descubrir que el amor nos ha estado esperando todo el tiempo, justo donde aprendimos amar ellos mismos.