¿Por qué a veces alguien que llega a tu vida con un estallido no es el indicado para quedarse? ¿Por qué surgen relaciones que al principio parecen el camino correcto, pero terminan en una encrucijada? Y, como recordatorio de que hay un camino a seguir. ¡Él no era su amor!
¡Él no era su amor! Llegó a su vida silenciosa y gentilmente, casi desapercibido. No era el amor de su corazón. Llegó como una prueba, como una oportunidad de crecimiento, como una voz que la obligaba a mirar hacia dentro. No fue el destino, sino una transición.No era un objetivo final, sino más bien una reflexión sobre dónde podía llegar y lo que merecía.
Él no era su alma gemela, era un reflejo de sus necesidades actuales.
Él no era alguien para que el alma se relajara, se expandiera o desarrollara. Era más bien un apoyo temporal que llenaba el vacío hasta que ella estuviera lista para salir de él. Era como tierra firme mientras ella aún buscaba el equilibrio. Cuando creía en él, creía en sí misma por encima de todo. miedo al vacíoElla invirtió energía en la posibilidad de que esto pudiera ser suficiente.
Era como una idea que se había formado, una imagen que la ayudaba a comprender lo que realmente buscaba y lo que le faltaba. Por un tiempo, le generó una sensación de certeza porque ofrecía una respuesta fácil a las preguntas que había estado eludiendo.

Inicialmente actuó como una solución, luego como una limitación.
Él era casi perfecto para ella. Para una persona que aún se estaba formando, que aún dudaba, aún esperaba, aún creía que el amor debía llenar todos los vacíos. Pero una relación que parece perfecta solo por ser tranquila y segura no siempre es amor.
Una verdadera alma gemela no se asfixia camino común, pero lo amplió. Era como un mapa del antiguo camino, que conducía solo al umbral, no más allá. Era un rival para el pasado, no para el futuro.
Ella no se encontró a su lado, se encontró cuando se fue.
Ella no era feliz. Estaba apegada a él porque no podía imaginar quién sería sin él. No era plenitud, era... dependencia de proximidadEra un espacio donde no se preguntaba qué quería, sino qué necesitaba ser para ser suficiente.
Él no era el amor de su corazón. Fue una experiencia que agudizó sus aristas, expuso sus vulnerabilidades y reveló dónde aún acechaba el miedo.
Cuando se descubrió a sí misma, su significado se disipó.
A medida que ella se elevaba desde su sombra, a medida que comenzaba a pensar en sus necesidades, deseos y límites, su imagen gradualmente perdía su poder.

Él no era el amor de su corazón. Fue una lección. Fue la prueba de que a veces todo tiene que desmoronarse para crear algo nuevo. Fue un momento, no una historia final.
El amor verdadero no viene a llenar un vacío.
Una verdadera alma gemela no cura heridas, sino que las comprende. No te pide que te pierdas, sino que fortalece tu personalidad. Es alguien que no te hace desaparecer, sino que te hace crecer.
Él no era ese tipo de persona. No era una promesa, no era un hogar, no era un rumbo. Era un recordatorio de que el corazón tenía más valor del que ella creía. Que el amor no se trataba de aceptar migajas, sino de construir un todo.
No fue el resto de la historia, fue el comienzo de un cambio.
Así que no había necesidad de arrepentirse. No había necesidad de enojo ni duda. Cada pérdida era también una puerta a algo mejor. Fue un momento que sentó las bases del verdadero amor que vendría después.
A veces tenemos que perder las ilusiones para poder ver la verdad.





