Seamos realistas: casi todo el mundo conoce a alguien que enjuaga bien el pollo crudo con agua corriente antes de cocinarlo. ¿Por qué? Porque cree que así se eliminarán posibles impurezas, bacterias o incluso "restos" del embalaje. Este hábito surge de la creencia de que el lavado garantizará una preparación de alimentos más limpia y segura, especialmente si alguna vez has escuchado historias sobre posibles infecciones por manipulación inadecuada de la carne.
Además de la higiene, suele haber también un aspecto psicológico: la sensación de que la carne quedará "fresca" después del lavado. Algunos incluso afirman que sin este paso el plato no está completo y que la carne conserva un mejor sabor. Sin embargo, muchos de nosotros nos preguntamos: ¿se trata realmente de un "hábito correcto" o de un paso innecesario que puede incluso tener consecuencias no deseadas?
Los expertos advierten: lavar el pollo puede ser perjudicial
Muchos de nosotros creemos que lavar el pollo crudo antes de cocinarlo es fundamental para eliminar bacterias e impurezas. Sin embargo, los expertos advierten que hacerlo puede hacer más daño que bien. Lavar pollo crudo puede provocar que bacterias peligrosas se propaguen por la cocina, aumentando el riesgo de intoxicación alimentaria.
¿Por qué no se recomienda lavar el pollo?
La carne de pollo cruda suele estar contaminada con bacterias como la salmonella y el campylobacter, que se encuentran entre las causas más comunes de intoxicación alimentaria. Si bien podría pensar que el lavado eliminará estas bacterias, en realidad puede hacer que se propaguen por las superficies, equipos y utensilios de la cocina. El aerosol de agua generado durante el lavado puede propagar microorganismos por toda la cocina, aumentando el riesgo de contaminación cruzada.
¿Cómo garantizar la seguridad al preparar pollo?
En lugar de lavar el pollo, concéntrate en el tratamiento térmico adecuado de la carne. La mayoría de los microorganismos nocivos se destruyen a temperaturas superiores a 70 °C en pocos minutos. Usar un termómetro para alimentos puede ayudarle a asegurarse de que la carne esté bien cocida. Las temperaturas centrales recomendadas para las diferentes partes del pollo son:
- Aves enteras (pollo): al menos 82 °C (medido en el muslo)
- Pechuga de pollo: al menos 77 °C
- Piezas más pequeñas, rellenos: al menos 74 °C durante 15 segundos
Además, es fundamental lavarse bien las manos con agua tibia y jabón después de manipular carne cruda, y limpiar todas las superficies y utensilios que hayan estado en contacto con la carne.
¿Qué pasa con otros alimentos?
Aunque no se recomienda lavar el pollo crudo, hay alimentos que siempre conviene lavar antes de su uso. Estos incluyen frutas y verduras con piel comestible, como manzanas y pepinos, y alimentos enlatados donde se recomienda lavar la parte superior de la lata antes de abrirla. Por otro lado, tampoco se recomienda lavar carne cruda, como la de res y cerdo, ya que puede provocar que las bacterias se propaguen por la cocina.
Aunque lavar el pollo crudo antes de cocinarlo parece un paso lógico hacia una mejor higiene, los expertos lo desaconsejan. Un tratamiento térmico correcto y una limpieza cuidadosa de las manos y de las superficies de la cocina son claves para garantizar la seguridad alimentaria y prevenir intoxicaciones.