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El colágeno es como el arquitecto silencioso de tu piel: mantiene los pilares de soporte firmes, elásticos y flexibles. Pero después de los 25, poco a poco empieza a tomarse unas vacaciones más largas. ¿El resultado? Líneas de expresión, pérdida de luminosidad y una piel que ya no se mantiene tan erguida como te gustaría. Llegados a este punto, la industria cosmética, por supuesto, ofrecerá sérums a precios que al menos te permitirían un fin de semana en la playa. Pero también existe otra forma, más romántica y a la vez racional: potenciadores de colágeno caseros, naturales y asequibles.