No es fácil ser una deportista de élite. El deporte al máximo nivel exige mucho sacrificio. Lo mismo ocurre con la "profesión" de la maternidad, que también requiere mucha paciencia y sacrificio. Pero por muy duro que sea, al igual que en el deporte de élite, todo el esfuerzo al final tiene su recompensa. Quizás la recompensa no sea una medalla; la medalla que una madre recibe al cuello es la sonrisa de su hijo, su beso en la mejilla antes de dormir, un abrazo o un dibujo hecho solo para ella. Por muy dura que sea la crianza, comparable al entrenamiento de una deportista de élite, las madres, al igual que los atletas, saben que algún día dará sus frutos. Puede que una madre no experimente la misma aceptación por su exitosa crianza que Tina Trstenjak, pero su madre y su padre son en gran medida responsables de ella.
