Se enviaron hasta 18.000 fotos a la revista National Geographic Traveler, pero la flor y nata del concurso de fotografía se la llevó solo una, el cazador de tormentas esloveno Marko Korošec, que demostró con una foto de una supercélula tormentosa que nuestro pequeño tamaño no es una celda de prisión que nos impide que el mundo se fije en nosotros. Aunque tales éxitos internacionales son un fenómeno raro, incluso más que el fenómeno meteorológico que le trajo la victoria.
Marko Korošec
Marko Korošec, cazador de tormentas esloveno, estuvo en una expedición a los Estados Unidos hace algún tiempo. Allí caviló sobre la lluvia, las nubes, los relámpagos y las tormentas con su cámara, con la que tomó bellas fotografías de la naturaleza.