Cuando pensamos en líderes excepcionales, a menudo imaginamos a personas seguras de sí mismas que han soñado con algún día liderar equipos o incluso empresas desde una edad temprana. Pero Steve Jobs tenía una opinión diferente: los mejores líderes son a menudo los que no querían liderazgo en absoluto, al menos no por el estatus en sí. ¿Por qué ocurre esto y cómo podemos llevar esta mentalidad a nuestros equipos?
