Gracias amigos! ¿Qué hacemos cuando el mundo que nos rodea comienza a colapsar? ¿A quién llamamos cuando nos sentimos perdidos, cuando la desesperación se apodera silenciosamente de nuestras mentes? Es en estos momentos más difíciles cuando se revela el verdadero valor de la amistad.
Hay personas que nos dejan cuando estamos en nuestro peor momento, y hay personas que se quedan, pase lo que pase. Dedico este disco a ellos, los verdaderos amigos que están con nosotros en todos los tiempos, en todas las circunstancias, sin expectativas y sin condiciones. Una joya rara.
¡Los que saben lo que es estar herido y solo!
Gracias a amigos que entienden que la vida no siempre es un cuento de hadas y que cada uno tiene sus batallas. Saben que los días oscuros son una parte natural de la vida y que a veces todo lo que necesitamos es alguien que simplemente nos escuche. No hacen preguntas, no buscan soluciones rápidas, simplemente están ahí, como compañeros silenciosos que nos hacen sentir que no estamos solos.
Están presentes incluso cuando no se necesitan palabras.
Hay esos momentos en los que las palabras no alcanzan. Cuando el dolor y la angustia simplemente no tienen expresión. Y, sin embargo, nuestros verdaderos amigos saben venir incluso cuando no encontramos la manera adecuada de expresar lo que nos pesa. Con su presencia, un cálido abrazo o una suave sonrisa, nos muestran que está bien ser vulnerable. Su presencia nos tranquiliza, nos recuerda que somos dignos y amados, incluso cuando nosotros mismos no lo creemos.
Apoyo, incluso si el viaje es largo
No todas las luchas son de corta duración y, a veces, los amigos permanecen a nuestro lado más tiempo del que podríamos esperar. Llevan el peso de nuestras preocupaciones, nos levantan cuando no podemos hacerlo nosotros mismos. Su perseverancia y lealtad son como una luz al final de un túnel oscuro. Nos muestran que se puede encontrar la fuerza incluso cuando creemos que la hemos perdido. Gracias por no rendirte, por creer en nosotros incluso cuando nosotros mismos no lo creemos.
Nos aceptaste tal como éramos y te quedaste.
Los verdaderos amigos no juzgan. Nos aceptan exactamente como somos, con todos nuestros defectos, inseguridades y dudas. No les importa si a veces levantamos la mano, si a veces caemos o si nos encerramos en nosotros mismos. Siempre están ahí, listos para echarnos una mano cuando estemos listos para regresar. Su amor y apoyo no están ligados a nuestra fuerza o éxito. Nos aceptan como personas, con todas nuestras imperfecciones.