Sucedió rápidamente, casi imperceptiblemente. Un día compartíamos todo, al siguiente ya estábamos recorriendo caminos distintos. ¿Sabes que? Aunque nuestra historia haya terminado, llevo algo más que recuerdos. Llevo la gratitud que siento cada vez que pienso en ti.
Cuando llegaste por primera vez a mi vida, era como la primavera después de un largo invierno. Todo se volvió más brillante, más vivo contigo. Tuvimos esos pequeños momentos de felicidad, en los que reíamos sin motivo alguno, en los que decíamos todo con una mirada. Estaba feliz. Realmente feliz. Parece que estábamos hechos el uno para el otro, al menos en ese momento.
Pero la vida es extraña: cambia y, a veces, de forma inesperada. El amor no siempre es suficiente y nos llevó a un punto en el que era demasiado difícil continuar juntos. Lo acepté, no sin luchar, pero sí con el tiempo. Entendí que todo lo que pasa tiene un porqué.
Sé que no rompimos por odio o ira. No, nuestra ruptura fue una capitulación silenciosa ante cosas que no podíamos cambiar. Pero eso no significa que no aprecie todo lo que teníamos. De lo contrario. Contigo aprendí lo que significa amar de verdad. Aprendí lo que es amar tanto a alguien que darías cualquier cosa para hacerlo feliz. Y aunque fue difícil, me dio fuerzas para crecer.
Ahora que hay espacio y tiempo entre nosotros, a veces pienso en ti. Quizás suene gracioso, pero de todos modos me hace sonreír. Quizás has cambiado, quizás sigues siendo el mismo, pero eras importante para mí. Fuiste el amor que me mostró cuán profundamente podía sentir, cuánto estaba dispuesto a dar.
Quizás no me entiendas. Quizás nunca sepas cuánto significaste para mí. Pero aunque nuestro camino ya no sea compartido, quiero que sepan: estoy agradecido. Agradecidos por todo lo vivido. Agradecido por todos los buenos momentos, por todas las lecciones, por todas las risas y hasta las lágrimas.
Tal vez no vuelva a verte, tal vez nuestros caminos no se vuelvan a cruzar. Pero siempre te estaré agradecido. Me haces una mejor versión de mí mismo. El amor que tengo en mi corazón ya no es ese amor apasionado y romántico, sino una profunda gratitud. Y eso está bien. Gracias por ser parte de mi vida.