Un sillón cómodo, chocolate caliente y... um, ¿"Solo en casa" otra vez? Las noches de diciembre están hechas para ver películas navideñas, o eso dicen los anuncios. Algunos no pueden esperar para iniciar Netflix y marcar la última de las comedias románticas navideñas. Otros se estremecen de disgusto ante el mero pensamiento de la melodía "Let it Snow". ¿Pero por qué? ¿Qué tiene de polarizador estas películas? La psicología detrás de esto es más interesante de lo que piensas.
Nostalgia por los esteroides: por qué los amamos
Ah, películas navideñas! Son como una máquina del tiempo que nos teletransporta a los días en que la Navidad era auténtica magia, no una carrera por los centros comerciales. Los psicólogos dicen que los fanáticos de estas películas son impulsados principalmente por la nostalgia. Ver películas como "Love Actually" o "Grinch" nos recuerda a la infancia, cuando el mayor problema era cuánto faltaba para recibir los regalos.
Nostalgia activa las partes del cerebro que regulan las emociones y aumenta la sensación de seguridad y pertenencia. En un mundo caótico, estas películas se sienten como un abrazo seguro, que nos promete que todo estará bien, al menos hasta el próximo crédito para compras navideñas.
La previsibilidad es otro elemento clave: siempre hay un guión claro. Ella odia las vacaciones, lo conoce, saltan chispas y sigue un final feliz. Esta fórmula "perfecta" aporta un verdadero consuelo psicológico a algunas personas.
Ruido y glorificación: por qué algunas personas los odian
¡Pero poco a poco! ¿Qué pasa con aquellos a quienes les suda frío al pensar en películas navideñas? Los que odian estas películas suelen decir que los guiones cliché les molestan. "¿Cuántas veces más podremos ver la ciudad 'perfecta' bajo un manto de nieve en Nochebuena?"
Los psicólogos dicen que esta resistencia a menudo se debe a realismo y cinismo. Aquellos que son más críticos con las vacaciones o tienen experiencias menos que ideales perciben estas películas como demasiado dulces o como un recordatorio de lo lejos que están del idilio familiar perfecto.
Algunas personas son alérgicas al placer forzado. Si las vacaciones son estresantes o tristes para alguien, es posible que se sienta aún más solo al ver estas historias "alegres". Y luego están aquellos que simplemente no soportan a Mariah Carey.
¿Norma social o elección?
¿Alguna vez has pensado que ver películas navideñas podría no ser sólo un entretenimiento, sino también una forma de presión social? Los medios de comunicación nos los imponen como parte obligatoria de las vacaciones. Si no disfrutas viendo Solo en casa 2, eres raro, ¿no?
Para algunos, es parte de ello. resistencia: "¡No veré películas navideñas porque no seguiré la tendencia!" ¡Y tienen toda la razón! Se ha demostrado psicológicamente que incluso la más mínima resistencia al comportamiento normativo puede llevarnos a rechazar estas tradiciones aparentemente "inocentes".
¿Es amor o simplemente una reacción química?
Las películas navideñas pueden ser en realidad un cóctel químico para tu cerebro. Ver estas películas libera dopamina, oxitocina y serotonina. hormonas de la felicidad, el amor y la relajación. Es por eso que dos horas con Hugh Grant como héroe navideño pueden hacerte sentir mejor que meditar.
Pero lo mismo ocurre en la dirección opuesta. Aquellos que encuentran estresantes o aburridas las películas navideñas liberarán cortisol mientras las ven. hormona del estrés, lo que te haría ir a palear nieve en lugar de ver otro Grinch.
Psicológicamente hablando: ¿realmente importa?
Al final, todo se reduce a una regla básica: permítete disfrutar (o no disfrutar). Si las películas navideñas te aportan relajación y alegría, míralas sin remordimientos de conciencia. Pero si te molestan, no hace falta que participes en esta euforia navideña. La Navidad no está escrita, incluso si los vendedores intentan vendérsela.
Algo para todos
Ya sea que las películas navideñas sean su terapia o el blanco del sarcasmo, de cualquier manera tienen un propósito. En todo caso, nos recuerdan que cada uno de nosotros es único. Pero la pregunta sigue siendo: ¿es el Grinch realmente tan malo como entendemos que es?