No puedes esconderte y fingir que no eres responsable de lo sucedido. Sabes perfectamente que tu decisión tuvo consecuencias. Y no me refiero a ideales, escenarios románticos ni exigencias incumplibles. Hablo de hechos reales.
Lo más fácil es dar un paso atrás y actuar como si todo fuera un malentendido. Lo más fácil es decir que malinterpreté las cosas. Pero ya no puedo aceptarlo. Hubo acciones, hubo palabras.Hubo momentos concretos. No fue solo una coincidencia ni fue unilateral. Esta es la realidad, no una historia que puedas reconfigurar a tu gusto.
No he inventado nada
No intentes convencerme de que te entendí mal. Fuiste tú quien contactó. Fuiste tú quien abrió la puerta y la cerró sin dar explicaciones. No estaba proyectando nada, no estaba imaginando nada.
No era de los que inventaban historias para llenar un vacío. Era realista. Había algo entre nosotros. Y no es justo que ahora actúes como si no hubiera pasado.
Me doy cuenta de que huir es más fácil que asumir la responsabilidadEs más fácil hacerse a un lado y dejar que otros recojan los pedazos. Pero ser adulto significa... reconocer la propia parte No espero que estés de acuerdo con todas mis opiniones. Pero sí espero que respetes el hecho de que tus acciones me hirieron.
Lo que hiciste no estuvo bien

Nada disminuye el hecho de que actuaste deshonestamente. No es cuestión de ego, no es cuestión de celos.No es cuestión de melodrama. Es cuestión de responsabilidad y respeto. Me llevaste a algo que no tenías intención de continuar. Creaste una conexión y luego desapareciste. Eso no estuvo bien. Eso no fue maduro. Y nunca lo será.
No quiero corregir el pasado.
No exijo una explicación. No espero disculpas por miedo ni por obligación. Pero sí espero honestidad. Espero que nadie elija una vía de escape solo porque sea la más fácil. ¡Es así de simple! Solo espero que reconozcas que me influenciaste. Que despertaste algo. Que dejaste huella. No es una exigencia. Es la realidad.
Acepto mi responsabilidad.
No huyo de mis errores. Los acepto. Aprendo de ellos. No soy perfecta Y no lo oculto. Pero al menos puedo respaldar mis acciones.
Así que ahora pongo un límite claro. No porque ya no merezcas mi atención, sino porque merezco paz y respeto.
Espero con ilusión. No porque sea fácil, sino porque es mi decisión. Y esa es precisamente la diferencia entre nosotros: yo no me avergüenzo de mis decisiones, y tú...






