¿Cuantas veces has amado a alguien que no te amaba? ¿Cuántas veces has intentado, comprobado, esperado y tenido esperanza? ¿Y cuándo fue la última vez que te miraste y te preguntaste: ¿por qué estoy haciendo esto? ¿Por qué lucho por alguien que no puede amarme?
¿Por qué sigues en relaciones donde eres invisible, donde el amor duele cada vez más? Quizás porque crees que algún día esto cambiará. Quizás porque estás convencido de que tienes que dar más para merecerlo.
Pero a veces la mayor victoria no está en persistir, sino en saber alejarse.
Quizás no fue que amaste muy poco, sino que amaste a alguien que no sabía cómo amarte. Diste, pero quedaste vacío. Y cuando el amor se convierte en una batalla en la que te pierdes a ti mismo, es hora de preguntarte a quién se lo estás entregando realmente. ¿Y por qué?
No está mal amar profundamente.
Está mal cuando esto amar gira en una sola dirección Cuando das pero no recibes nada a cambio. Cuando estás esperando a alguien que nunca llega a ti. Cuando disculpas cada silencio, ignoras cada mirada fría y cubres cada hueco doloroso con paciencia.
El amor no es una petición. No es algo que tengas que pedir, demostrar o ganar. Si tienes que luchar constantemente, entonces es una lucha, no una relación. Y en esta pelea, eres tú quien lleva la armadura, sin que nadie te ataque.
Permaneces en una relación donde el amor se ha ido porque eres adicto a la posibilidad. Con una idea que alguna vez escuchaste. Con una versión de la persona que sólo existe en tus esperanzas. Amas lo que podría ser, no lo que realmente es.
Y te pierdes en esta ilusión. Suprimes lo que realmente necesitas. Das un paso atrás para ser más tolerante. Sufres en silencio porque crees que finalmente él te notará. Pero alguien que no puede amar ahora, no podrá amarte nunca. No importa cuánto des.
¿Qué es lo que realmente estás buscando?
A veces no estás luchando por una persona: estás luchando por un sentimiento. Para que sea suficiente. Para finalmente merecer el amor. Quizás porque nunca lo recibiste incondicionalmente. Porque siempre había que hacer algo para ser digno. Y es por eso que ahora buscas en las relaciones la confirmación de que eres aceptado tal como eres, sin tener que demostrar nada.
Pero estás buscando eso en el lugar equivocado. No obtendrás una validación real de alguien que no sabe cómo amarte. Y un amor en el que constantemente tienes que ceder, adaptarte y llevar tú mismo la carga, al final te quitará precisamente lo que buscabas en él: paz, conexión y seguridad.
Dejas de luchar cuando empiezas a escucharte.
Cuando ya no confundas el dolor con el amor. Cuando te das cuenta que partir no es una derrota sino una valentía. El coraje de defenderte, incluso frente a aquellos que nunca supieron amarte.
Y cuando realmente lo hagas – cuando digas basta – finalmente te darás cuenta de que estuviste todo este tiempo intentando demostrar algo que nunca fue necesario. Que tú no eras el problema. El problema era que luchabas por alguien que nunca supo amarte.
Entonces ya no pides que alguien te ame. Luego eligete tu mismo Y este no es el final del amor; este es sólo su verdadero comienzo.