Los empáticos son las personas más emocionales del mundo.
Pueden identificarse con las emociones de los demás y, en algunas situaciones, este es el punto clave necesario para cambiar la vida de un individuo.
Son abierto y honesto. No pueden relacionarse con personas que fingen. Son tan conscientes de las emociones que los rodean que perciben a las personas con malas intenciones.
Los empáticos leen a las personas desde adentro, les guste o no. Es un obsequio que no se puede apagar o encender simplemente moviendo o haciendo clic en un interruptor. Un empático sabe cuando alguien está mintiendo.
Son alérgicos a las cosas, problemas creados por personas falsas. No quieren rodearse de personas que mienten para su propio beneficio o que se niegan a mostrar su verdadera naturaleza.
Se alejan de esas personas. Por eso, no tienen muchos amigos, sino sólo aquellos con los que comparten un círculo positivo de apoyo. Quieren ayudar a los demás, pero no pueden ayudar a alguien que no quiere ser honesto consigo mismo. Es como tratar de evitar que un tren se descarrile: no se puede.
Los empáticos son mucho más intensos que otras personas en este planeta. Y eso hace que las cosas, los acontecimientos que sienten, sean intensos. A veces es como para ellos una espada de doble filo, que deben poder girar en la dirección correcta para no lastimarse a sí mismos ni a los demás.