¿Alguna vez te has acostado con el estómago vacío y has sentido como si un pequeño pero decidido duendecillo te arañara por dentro en plena noche? Pues no estás solo. Aunque acostarte con el estómago vacío pueda parecer un atajo hacia la figura ideal, la realidad no es tan atractiva. Tener hambre antes de dormir puede sabotear tu sueño y, en consecuencia, tu salud.
Por qué no deberías irte a dormir hambrientoEsto es lo que escriben muchos medios de comunicación, citando una publicación de la reconocida nutricionista y endocrinóloga Ekaterina Tolstikova. Sí, incluso... Instagram A veces ofrece algo más útil que sólo imágenes de tostadas de aguacate.
¿Qué pasa si te vas a la cama con hambre?
Según el experto, si tienes hambre justo antes de acostarte, podría significar que has tenido uno de esos días —agitados, llenos de reuniones, correos electrónicos y cafeína— y que a tu cuerpo le faltan los nutrientes esenciales que necesita para regenerarse durante la noche. Y la regeneración del sueño no es algo que quieras sabotear.
Ignorar el hambre y soportar un sufrimiento heroico en nombre de la delgadez puede parecer noble, pero tu cuerpo te devolverá rápidamente a la realidad. Necesitamos una ingesta equilibrada para funcionar de forma óptima durante el sueño. proteínas, grasas saludables, carbohidratos y micronutrientesque preferiríamos olvidar.
Entonces, ¿comer o no comer? ¿Acostarse con hambre?
Si solo te da un ataque de hambre nocturno, no te asustes. Como dice Tolstikova, la mejor opción es una comida normal y equilibrada. Pero si el refrigerador está vacío o el reloj está demasiado cerca de la medianoche (cuando suenan las alarmas morales internas), los carbohidratos complejos y las verduras deberían venir en tu ayuda. Sí, incluso medio plátano cuenta. ¿Mango? Aún mejor. Deja la manzana y la pera para otra ocasión; son más un adorno que una solución para un hambre específica.
Y si te preguntas por qué nadie te dijo que un plátano podría ser tu salvación para dormir, bueno, ahora ya lo sabes.
Hambre + sueño = mala combinación
Cuando te acuestas con hambre, tu cuerpo no entra en modo zen. Al contrario, activa las hormonas del estrés como... cortisol, que puede despertarte en mitad de la noche con la sensación de que algo no va bien. Y es cierto: tu equilibrio energético.
La falta regular de nutrientes antes de dormir puede tener consecuencias aún más graves. Tu cuerpo empieza a conservar energía (lo que suena ecológico, pero en realidad significa un metabolismo más lento) y, en lugar de quemar grasa, empieza a absorber energía de tus músculos. Sí, esos músculos que tanto te esforzaste por ganar en el gimnasio. ¡Uy!
Que sólo tu apetito por la vida tenga hambre, no tu estómago.
En breve: La cena no es tu enemiga. Es más, es tu aliada para un sueño reparador, un mejor humor y, si la eliges con cuidado, también para tu metabolismo. Y se acabaron las idas nocturnas al refrigerador.
Así que la próxima vez que te duela un poco el estómago antes de dormir, no te hagas el superhombre; mejor, date un capricho con algo ligero pero nutritivo. Tu sueño (y tus nervios) te lo agradecerán.