La educación es clave para dar forma al mundo emocional de un niño. A menudo nos preguntamos qué estamos haciendo bien y dónde podríamos estar cometiendo errores. Uno de los desafíos cada vez más apremiantes es la ansiedad de los niños, que se manifiesta de diversas formas, desde un miedo excesivo a lo desconocido hasta síntomas físicos como dolores de estómago e insomnio.
¿Pero es posible que ciertos patrones de comportamiento de los padres contribuyan al desarrollo? ansiedad? Las investigaciones han demostrado que hay ciertos tipos de padres que tienen más probabilidades de criar hijos ansiosos.
Padres sobreprotectores: cuando el mundo es demasiado peligroso
Uno de los comportamientos más conocidos que provocan ansiedad en los niños es el llamado "paternidad helicóptero". Se trata de una forma de crianza sobreprotectora en la que los padres vigilan constantemente a sus hijos, interfiriendo en cada decisión y tratando de eliminar cualquier obstáculo o peligro en el camino del niño. A primera vista, parece que estos padres sólo quieren lo mejor para sus hijos, pero en realidad están impidiendo que sus hijos enfrenten los desafíos de la vida y desarrollen resiliencia.
Sobreproteger a un niño de situaciones difíciles, como conflictos con sus compañeros o fracasos en la escuela, impide que el niño aprenda a lidiar con sus emociones. En lugar de desarrollar estrategias de afrontamiento, el niño aprende que el mundo es demasiado peligroso para afrontarlo solo. Esto conduce a una mayor sensación de impotencia y ansiedad ante desafíos reales, ya que se siente desprevenido e incompetente.
El miedo de los padres se transmite a los hijos
Otro factor importante que contribuye a la ansiedad de los niños es el comportamiento de los padres que ellos mismos sufren de ansiedad o tienen miedos excesivos ante determinadas situaciones. Los niños son como esponjas: absorben todo lo que experimentan en su entorno y, si sienten que sus padres tienen miedo del mundo que los rodea, a menudo se lo transfieren a ellos mismos.
Por ejemplo, los padres que tienen miedo a las alturas no sólo impedirán que sus hijos trepen a los árboles, sino que utilizarán su ansiedad para comunicar que el mundo es peligroso y está lleno de amenazas. Tal comportamiento hace que el niño comience a dudar de su propia seguridad, lo que contribuye aún más a sus sentimientos de ansiedad. Los niños que crecen en un entorno así pueden tener dificultades para desarrollar una autoestima sana y una sensación de seguridad.
Evitación de problemas e incapacidad para afrontarlos.
Es un elemento importante en el desarrollo de la resiliencia emocional. la capacidad de enfrentar desafíos. Los padres que permiten que sus hijos eviten situaciones difíciles contribuyen sin saberlo a su incapacidad para aprender a superar sus miedos. En lugar de que un niño experimente fracasos y luego aprenda de sus errores, los padres se aseguran de que nunca corra riesgos. Como resultado, el niño no desarrolla las herramientas necesarias para afrontar la frustración, lo que deriva en un aumento de la ansiedad cuando se encuentra en situaciones impredecibles o desagradables.
¿Cómo ayudar a los niños a superar la ansiedad?
El primer paso es darse cuenta de que No todo fracaso o error es un desastre.. Los niños necesitan aprender que los desafíos son parte de la vida y los padres pueden apoyarlos animándolos a resolver los problemas por sí mismos en lugar de acudir a su rescate cada vez. También es importante que los padres trabajen sus propios miedos y ansiedades y no transfieran sus preocupaciones a sus hijos.
El apoyo, la compasión y alentar a un niño a explorar el mundo por sí solo son claves para desarrollar la resiliencia emocional. Los niños necesitan sentir que sus padres confían en ellos y creen en sus capacidades. De esta manera, desarrollarán más fácilmente la confianza en sí mismos y superarán la ansiedad que puede provocar una crianza sobreprotectora.
Conclusión: los padres como modelos a seguir
Todo padre quiere lo mejor para su hijo, pero es importante reconocer cuándo nuestro miedo puede estar haciendo más daño que bien al niño. Con el enfoque correcto y la conciencia de nuestros propios patrones de comportamiento, podemos ayudar a los niños a desarrollar la fuerza, la confianza y la resiliencia emocional que los ayudarán a superar la ansiedad y prosperar en el mundo.