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El corazón no quiere escuchar lo que la mente ya sabe: ¿Por qué no podemos dejar ir lo que realmente nos está rompiendo?

Foto de : freepik

En algún momento, simplemente lo sabes. Algo está mal. Pero te aferras a un recuerdo, a una idea, a un sentimiento que alguna vez significó todo.

Cuando el corazón no quiere escuchar lo que el alma ya sabe

Hay momentos en los que todo dentro de ti grita que algo anda mal, y aún así, sigues ahí. Sientes la pesadez, el silencio, el vacío interior... pero sigues esperando.

¿Por qué? Porque una vez creíste que tenía sentido. Porque deseabas que fuese diferente Porque tú creaste imagen, que era demasiado hermoso para olvidarlo.

Pero ahí es donde está la trampa: te aferras a algo que... ya no es real. Quizás nunca lo fue. Y aunque en el fondo lo sabes, tienes miedo de dejarlo ir. Tienes miedo del vacío que quedaría. Pero en este vacío hay lugar para algo mejor.

El poder de la ilusión

A veces nos aferramos más a la esperanza que a la verdad. Esperanzas de que algo cambie. Esperando que vuestro cariño, esfuerzo y paciencia sean suficientes. Pero hay cosas que no puedes solucionar solo.

La ilusión puede ser dulce. Una sensación de hogar, un consuelo familiar y doloroso. Es más fácil quedarse en lo conocido que arriesgarse a lo desconocido. ¿Pero piensa cuánto de ti mismo pierdes cuando persistes en aquello que te asfixia? ¿Cuántas veces has silenciado tu intuición para poder escuchar una ilusión?

Nadie merece tus lágrimas. Foto: Freepik

¿Miedo a la pérdida o miedo al crecimiento?

La verdadera razón por la que te aferras a menudo no es el amor, sino miedo. Miedo a estar solo. Que perdiste la oportunidad. Que tendrás que empezar de nuevo. Pero al quedarte en la historia equivocada, estás cerrando la puerta a la correcta. Uno que no te obligue a adaptarte, a perderte.

A veces no es que algo no sea para ti, es que tú sí lo eres. superar esto. Y eso no es una derrota: es una prueba de que estás evolucionando.

La calma después de la tormenta es la libertad.

Cuando finalmente dejas ir las cosas, las personas, que te están sofocando, llega el silencio. No el que duele, sino el que cura. Eso no significa que no te importara. Significa que te elegiste a ti mismo. Que tu eres Deja de albergar la esperanza que te estaba drenando. En este silencio te escuchas a ti mismo por primera vez. No hay voces del pasado, no hay culpa, no hay lucha.

Empiezas a volver en ti mismo. A las preguntas que has estado dejando guardadas en un rincón durante mucho tiempo. Al sentimiento de que eres más que un compromiso. Y entonces te das cuenta que no has perdido nada que realmente te pertenece.

Todo estará bien. Foto de : Freepik

El miedo te ata más que el amor

Lo que te ata no es un vínculo sino una cadena. No es una emoción, pero miedo al espacio vacío. Pero este espacio es necesario. Sólo en ello puede surgir algo nuevo. Algo que no te asfixie en silencio. Lo cual no requerirá que dudes de ti mismo todos los días.

Aceptar que algo no es tuyo, aunque lo desees con todo tu corazón, es una de las cosas más difíciles de hacer. Pero también uno de los más liberadores. Cuando digas “basta”, no termines la historia – Haz espacio para un nuevo capítulo.

Deja de luchar por pedacitos de atención, por migajas de emoción, por palabras que siempre llegan demasiado tarde. Estás completo. Eres suficiente Y tu paz no es algo que deba ser cuestionado.

Al final, te quedas.

Cuando todo se calma, te quedas solo. Con tu vulnerabilidad. Con tu poder. Con tu determinación de no permitirte más tiempo menos de lo que mereces. Te aferraste porque creíste. Ahora cree en ti mismo, en ti mismo. No más esperas. No más pruebas. Sólo el camino a seguir.

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