Ella creía que el amor superaría todos los obstáculos en su camino.
Quería que él le dijera que no quería que se fuera. Que se esforzará más. Que encontraría una solución y le diría que valía la pena el riesgo, que valía la pena el cambio. Quería que él le dijera que la vio en su vida.
Quería que él estuviera allí para decirle que se quedara. Pero no lo estaba. Ni siquiera trató de detenerla cuando se estaba yendo. No se despidió, ni siquiera le preguntó si realmente quería irse o si solo estaba actuando por enojo.
No sabe qué le duele más: que él no peleó por ella o que no la conoció lo suficiente como para saber que a veces hace cosas estúpidas para obtener un poco más de amor de él.
Ella se fue. No la siguió, no le pidió otra oportunidad. Se encerró en sí mismo y la ignoró.
En ese momento, se dio cuenta de que él nunca había luchado por ella. Todo estaba a su manera, como le convenía, cuando tenía tiempo. Nada de esto requirió ningún esfuerzo de su parte y ella lo dejó tenerlo todo.
Ella le enseñó que era normal no pedir nada a cambio... y nunca pidió más de lo que él podía manejar. No tuvo que intentarlo. Permaneció en silencio, aunque siempre quería más. Ahora sabe que fue un error, debe confiar en él que quiere algo más.
Él le dijo que no deberíamos luchar por las personas que deciden irse. Pero a veces tenemos que luchar para mantener a las personas en nuestras vidas. Tenemos que darles una razón para quedarse.
Y ella quería que él le diera una razón, una pequeña señal, un mensaje, tal vez una mano para atraerla de nuevo a su abrazo.
Iba a luchar por él hasta que se dio cuenta de que él nunca quería estar en su vida. Que no tiene sentido tratar de encontrar una solución en una pelea donde la batalla ya está perdida.
Ella creía que si él aún la amaba, lucharía por ella y derribaría todos sus muros, miedos. Ella creía en él. En ellos. en el amor
Todo lo que ella quería era que él luchara por ella y le demostrara que la amaba.