¿Cómo aceptas el momento en que alguien que estaba cerca de ti simplemente se va? ¿Cuando cierra la puerta y deja atrás el vacío, el silencio? Puede que no tenga sentido buscar respuestas de inmediato. Quizás la partida que parece el final sea en realidad un comienzo que aún no comprendes. A veces son las pérdidas las que nos dirigen hacia donde deberíamos ir.
Cuando te fuiste, pareció como si el mundo se hubiera detenido por un momento. Palabras flotaban en el aire, tácitos, pesados, imbuidos de aquello que no podía explicarse.
Tu partida no fue un momento, sino una muesca en el tiempo que dejó un espacio, al principio demasiado grande, demasiado silencioso, demasiado vacío. Era como si todo lo que sabía se hubiera derrumbado. Pero fue en esta desintegración que algo nuevo empezó a surgir, algo que esperaba ser descubierto.
Tu partida me puso frente a un espejo que había ignorado durante demasiado tiempo. No te vi en él, sino en mí, la versión de mí que se escondía detrás de los sueños que tenía contigo.
Aprendí que tu estimación no fue un castigo, sino una invitación. Una invitación a profundizar en mí mismo, a preguntarme quien soy yo sin ti
Al principio el dolor parecía el final.
Como algo de lo que no puedes escapar, como una sombra que te sigue a donde quiera que vayas. Pero la luz empezó a filtrarse a través de esa sombra.
Me di cuenta de que tu partida no fue sólo la tuya, sino también mi punto de inflexión. La brecha entre lo que pensé que necesitaba y lo que realmente merecía.
Cuando cerraste la puerta detrás de ti, abriste una nueva, para mí, aunque al principio no la vi. Tu partida fue como el viento que se lleva las hojas viejas y deja lugar a las nuevas. Al principio tuve problemas con las preguntas. ¿Por qué fuiste? ¿Qué hice mal? Pero finalmente me di cuenta de que la verdadera respuesta no está en ti, sino en mí.
Todo sucede por una razón, incluido el hecho de que te fuiste.
No para romperme, sino para transformarme. Tu ausencia me enseñó a estar conmigo mismo. Estar ahí – para mí – para mí mismo. Cómo apreciar tus pensamientos, tus sentimientos, tus sueños. Ella me enseñó que el amor que buscaba en ti ya existe en mí.
Tu partida no fue el final de la historia, pero el comienzo de un nuevo capítulo. Capítulos donde aprendí a amar sin condiciones, a vivir sin miedo y a creer que lo que viene después de la pérdida no es el vacío, sino la libertad.
Y ahora que miro hacia atrás, ya no te veo como un dolor, sino como un punto de inflexión. Una nueva vida sin ti. Es bonito. Agradezco que me hayas hecho darme cuenta de mi valor, mi fuerza y mis sueños. Tu partida me recordó que podía perderlo todo, ah mientras me tenga a mí mismo, lo tengo todo.