La vida se puede colocar en el espacio entre el potencial y la realidad. Entre ellos se encuentran cuentos, canciones, que en su contenido siempre repiten la misma historia en diferentes variantes, como - pude, debo, cuando... - ¡arrepintiéndome de algo!
Perder no es un castigo por el fracaso, ¡es todo lo contrario de lo que podría haber sido! De lo que imaginamos y anhelamos, pero no pudimos lograr.
Sin embargo, los potenciales de falla generalmente no se exceden diariamente. Ejemplo, vamos conduciendo por la carretera y entramos en el carril más lento porque pensamos que era el más rápido. Entonces no nos reímos, pero nos enfadamos y nos enfadamos igual de nerviosos y furiosos estaban todos aquellos a los que habíamos adelantado tiempo atrás y frente a los cuales empujamos agresivamente al carril contrario para ocupar un lugar en el carril más rápido.
¡No pensamos!
En cambio, podríamos disfrutar de la música ese momento, pero no, no subimos el volumen y cantamos en voz alta. Preferimos apretar los dientes, golpear el volante y los minutos se convierten en una hora más de vida desperdiciada, en frustración y rabia.
O cuando sacamos malas notas, en cualquier lugar: en la escuela, en el trabajo, o cuando hacemos algo mal o las cosas no salen según lo planeado. Entonces, no nos reímos ni saltamos de alegría, sino que simplemente nos abrumamos con emociones negativas.
Nuestros cerebros no están programados para procesar brevemente y elegir la mejor opción. V procesamos sin cesar el contenido emocional, impresiones e información de todo tipo. Los hacemos girar en círculos, no encontramos soluciones óptimas, no hacemos un gran avance, no usamos todo nuestro potencial.
¿Por que lo harias? Es más fácil estar enojado y quejarse. Creer que no se nos da a nosotros o que los demás solo tienen la culpa de esto.
El cerebro, con sus programas, aprende a evitar toda situación en la que pueda estar. placer potencial perdido. Cuanto mayor sea el potencial de ganancia, mayor será nuestra resistencia.
Y esta es la razón principal por la que nunca usamos nuestro potencial, nunca desarrollamos nuestros talentos, nunca realizamos nuestros sueños. Si no creyéramos que tenemos algo que perder, no nos aferraríamos a ello de esa manera. Y la peor pérdida es la que no experimentamos.
Podemos tener el mejor trabajo del mundo, pero tenemos miedo. ¿Qué pasa si no podemos manejarla, qué pasa si fallamos y la perdemos?
Podemos tener la mejor pareja y el mayor amor, pero que si nos puede despreciar, dejarnos. ¿Y si resulta que algo es más importante para él que nosotros?
Nuestros programas son egoístas en cierto modo, protegen nuestro ego, nuestro sentido de autoestima, nuestro orgullo.
Puede llevar toda la vida usted pregunta qué pasa si y esta es la perspectiva desde la que vemos claramente todo nuestro potencial sin explotar.
Convirtámonos en un canal de realización, un flujo desde la fuente hasta la salida, como lo pretendía la naturaleza. ¿Cómo? ¡Solo tenemos que apagar los programas en el cerebro y dejar que fluya la vida!