Si en tu jardín (o balcón) aún no tienes una planta que sea elegante, duradera e increíblemente fotogénica al mismo tiempo, entonces es hora de conocer el árbol de lavanda. Éste no es el arbusto de lavanda que plantamos en el borde del césped. Se trata de una versión selecta y cultivada: una auténtica aristócrata del jardín. Con un poco de habilidad y algo de paciencia, puedes convertir la lavanda común en algo que convencerá incluso al vecino más escéptico de que tienes una conexión secreta con la mafia de la jardinería. Entonces, ¿cómo cultivar un árbol de lavanda a partir de lavanda común?
Como de lo habitual lavanda¿Cultivar un árbol de lavanda? El mismo nombre Sivka (Lavanda) nos lleva a algún lugar entre las colinas onduladas Provenza, donde el aire se mueve lentamente, huele a hierbas y el tiempo fluye al ritmo de los grillos. Pero la buena noticia es que no es necesario ir al sur de Francia para conseguir esta sensación: todo lo que se necesita es una maceta, un lugar soleado y un poco de fuerza de voluntad para la jardinería.
Si solo conocías la lavanda como un arbusto bajo y algo extendido a lo largo del camino del jardín, es hora de actualizarla: árbol de lavanda. Una versión elegante de la clásica lavanda que le dará a tu espacio exterior (o interior) un sofisticado toque mediterráneo. Con un poco de perseverancia y unos sencillos pasos, puedes cultivarlo tú mismo, sin necesidad de un doctorado en horticultura.
¿Por qué un árbol de lavanda?
Primero que todo porque el árbol de lavanda es hermoso. Su silueta es ligera y estructurada a la vez, el dosel huele a verano y el aroma es más relajante que el de la mayoría de aplicaciones de meditación. Pero también desde un punto de vista práctico, es una planta extremadamente agradecida: prospera en una maceta, no necesita mucha agua y adora el sol. Y tus vecinos pensarán que tienes un asesor de jardinería.
Lo primero: elegir la variedad adecuada de “árbol de lavanda”
Todo comienza con elegir el tipo adecuado. Las variedades más adecuadas para un árbol son las compactas, aromáticas, fáciles de podar y que soportan ser plantadas en maceta.
- Lavanda inglesa (Lavandula angustifolia):la más resistente a las heladas, ideal para plantar al aire libre o en un balcón que se congela en invierno. También tiene el aroma más suave y clásico.
- Lavanda francesa (Lavandula dentata):un poco más delicada, pero visualmente interesante, con hojas ligeramente dentadas y una apariencia más exótica. Adecuado para lugares más cálidos o en interiores.
Elige joven ejemplar con un tallo principal – Será más fácil darle la forma de un árbol, no de un arbusto crecido.
Una plantación adecuada: no funcionará sin un buen drenaje.
A la lavanda no le gusta la humedad. Sus raíces son como una dama con zapatos de seda: demasiada humedad y dramatismo están garantizados.
- Utilice una olla con agujeros en el fondo.
- Coloque una capa de grava o arcilla expandida en el fondo del recipiente para drenar.
- Prepare una mezcla de tierra arenosa y bien drenada (idealmente, algo similar a lo que usaría para cactus o hierbas mediterráneas).
El riego debe considerarse: no según un cronograma, sino de acuerdo a la sensación del suelo. Si la tierra está seca hasta el primer nudillo de tu dedo, es hora de regar. Si no, déjala en paz. Demasiada agua provocará la pudrición de las raíces y el final rápido del romance botánico.
Cómo dar forma a un árbol de lavanda
Ahora viene la parte donde el arbusto se transforma en un elegante árbol. Este proceso requiere algo de tiempo y paciencia, pero no es complicado en absoluto: es más una cuestión de cuidados habituales que de ciencia ficción.
Proceso de diseño:
- Quite todos los brotes laterales cerca de la base de la planta.
- Deja un brote principal que formará el “tronco”.
- Cuando crezca hasta la altura deseada (30–50 cm), comience a dar forma a la corona.
- Pode periódicamente los brotes superiores para estimular la ramificación y el crecimiento simétrico.
- Retire las flores marchitas después de cada floración: esto estimulará la aparición de nuevas flores y mantendrá la forma.
Piense en un bonsái, sólo que huele mejor y es menos delicado. Pode como un peluquero con visión: con precisión, regularidad y sin piedad con las ramitas desordenadas.
Luz y calor: la clave del éxito
La lavanda es una planta mediterránea, lo que significa que no puede vivir sin el sol. Si no le das al menos seis horas de luz directa al día, rápidamente te hará saber que no es la indicada. Sin sol, el crecimiento será lento y las flores serán más bien ornamentales.
Si su espacio no tiene suficiente luz, podría considerar colocar una luz adicional para plantas, o tal vez otra planta. Lavanda no sabe cómo manejarse bien con la zona gris entre la luz y la sombra.
Riego, alimentación y cuidados generales
Una vez que la planta esté plantada y crezca bien, todo lo que necesitas hacer es seguir una rutina básica:
- Riegue con moderación, mejor con poca cantidad que con demasiada.
- Agregue un fertilizante suave para hierbas o plantas con flores una vez al mes durante la temporada de crecimiento.
- Retire las flores marchitas en verano para estimular la aparición de nuevas floraciones.
- Pode la planta en otoño y prepárela para la latencia invernal.
Si está en una maceta, puedes trasladarla a un lugar luminoso y fresco en invierno. Si la deja afuera, asegúrese de proteger las raíces y la maceta: bastará con plástico de burbujas.
Un árbol que no es sólo un adorno
árbol de lavanda No es solo una planta, es parte del ambiente. Cambia la atmósfera de un balcón o terraza, añadiendo una sensación de cuidado personal, estética y elegancia natural. Cuando veas el dosel que tú mismo diseñaste mientras tomas tu café de la mañana e inhales el aroma familiar de lavanda, te preguntarás por qué no lo probaste antes.
No necesita mucho Pero lo que ofrece supera las expectativas: una fragancia que permanece en el aire y la sensación de que la naturaleza siempre encuentra una manera de encantar.