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1303 RS-E: Cuando el clásico VW Beetle humilla a los superdeportivos con 600 caballos "eléctricos"

Un lobo con piel de oveja que se come tu Ferrari en el desayuno.

Knepper
Foto: Knepper

A primera vista, este es el tipo de coche que tu abuela conduciría a la iglesia el domingo. Parece bonito, nostálgico y completamente inofensivo con su pintura Azul Maratón. Pero cuando el conductor pisa el acelerador, no se oye el rugido característico de un motor bóxer refrigerado por aire. Hay silencio, humo bajo las ruedas y una aceleración que debería ser ilegal.

Seamos sinceros. Convertir coches clásicos en eléctricos es un tema polémico. Los puristas se desquician y gritan "¡herejía!", mientras que los entusiastas de la tecnología aplauden. Pero al ver el Knepper 1303 RS-E, hay que admitir que a veces, solo a veces, los eléctricos ofrecen algo que la gasolina jamás podría ofrecer: una locura absoluta.

Este no es solo un Escarabajo restaurado. Es un Frankenstein de ingeniería, ensamblado con lo mejor de la historia del automóvil y del futuro. Bajo esa silueta clásica no se esconden pistones oxidados, sino un moderno motor eléctrico asíncrono trifásico. Y no cualquiera. El corazón de este monstruo proviene de... Tesla Modelo S Rendimiento y consumo de energía procedente de los 17 módulos de batería del Porsche Taycan.

Foto: Knepper
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Números que suenan como un gnomo de imprenta

Si les dijera que este Beetle tiene 448 kW (601 CV) y 702 Nm (518 lb-ft) de par, me preguntarían qué me estoy fumando. Pero las cifras son reales. Rüdiger Knepper, el creador de la compañía, ha creado un vehículo que desafía la física.

“Hoy en día estamos en modo estándar con unos 200 caballos”, explica Rüdiger.

¿Por qué? Porque sin control de tracción, los 600 caballos de potencia en un coche de batalla corta significan que acabarás en el árbol más cercano antes de que puedas decir "electricidad". Para circular por vías públicas, la potencia está limitada a 149 kW (200 CV), homologados por la TÜV. Pero incluso eso es suficiente para hacer reír a la mayoría de los hatchbacks deportivos modernos en los semáforos.

Foto: Bugs & More
Foto: Knepper
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Pero cuando el coche se desconecta, por ejemplo, en un circuito, este coche alcanza los 100 km/h (62 mph) en tan solo 2,9 segundos. Sí, has leído bien. Eso es más rápido de lo que tardas en leer esta frase. Un bicho raro. En 2,9 segundos. Esto es territorio de McLaren y Lamborghini.

De un páramo californiano a una maravilla de la ingeniería

La historia comienza de forma romántica, casi cinematográfica. Rüdiger y su hijo René encontraron la base, un VW 1303 de 1975, en un desguace de California. La carrocería estaba destrozada, pero su estructura era sólida: el lienzo perfecto para un proyecto alocado. Durante la restauración, reemplazaron o reacondicionaron casi todos los tornillos.

El exterior se mantiene fiel al original, con algunos detalles siniestros. Los guardabarros traseros de carbono más anchos y el alerón de techo de carbono no son solo un adorno; a las velocidades que alcanza este coche, se necesita toda la estabilidad posible.

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Sin embargo, bajo el capó, la historia es diferente. Para que el Beetle pudiera manejar esta potencia brutal, el chasis se tomó prestado del Porsche 944. Los componentes fueron de KW, Bilstein y Kerscher. ¿Los frenos? Son de un Porsche 944 Turbo S, con discos de un 964 delante. Porque, créeme, cuando vas en un Beetle a 200 km/h, quieres frenar.

El agarre lo proporcionan los neumáticos Toyo Proxes TR-1: 195/45R17 delante y unos robustos 235/45R17 detrás, montados sobre llantas Porsche Cup 2. La potencia se transmite directamente a las ruedas mediante ejes de transmisión Porsche 930. ¿Una caja de cambios? ¿Quién la necesita? El par eléctrico es inmediato y brutal.

¿Es esto siquiera útil?

Irónicamente, este monstruo de 600 caballos es sorprendentemente civilizado. Rüdiger demostró su utilidad diaria con un viaje de cuatro semanas por Bélgica, Francia, España, Portugal y Luxemburgo. ¿El momento culminante? Un viaje en ferry de Sevilla a Tánger, en Marruecos. En total, el Beetle eléctrico recorrió casi 8.000 kilómetros (5.000 millas) sin un solo problema técnico.

¿Autonomía? Depende de cuánto tengas las piernas. La batería ofrece entre 100 y 250 kilómetros (62 y 155 millas) de autonomía. Se puede cargar mediante un conector CCS rápido o una conexión de CA estándar con un simple adaptador. No es ideal para cruzar continentes sin parar, pero para un "juguete de fin de semana" es más que suficiente.

Foto: Knepper
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El interior se mantiene espartano pero funcional. El embrague y la palanca de cambios han desaparecido, reemplazados por un tablero digital. Los asientos Recaro del BMW 2002 ofrecen el soporte lateral que necesitas cuando las fuerzas G te presionan contra el respaldo.

Conclusión: ¿Por qué necesitamos estos coches?

El 1303 RS-E es la respuesta a una pregunta que nadie se hizo, pero todos nos alegramos de su existencia. Es la prueba de que el futuro eléctrico no tiene por qué ser estéril y aburrido. Puede ser salvaje, peligroso y lleno de carácter.

¿El precio de tal conversión? Si tienes que preguntar, probablemente no te lo puedas permitir. Pero el valor de este coche no está en euros ni dólares. Está en la expresión del piloto de Ferrari cuando un Escarabajo azul lo "arranca" en el semáforo. Esto es automovilismo con alma, aunque sin pistón. Y aunque soy cínico hasta la médula, lo admito: conduciría este Escarabajo con una sonrisa de oreja a oreja. Esta es la mejor prueba de que la pasión por los coches no va a morir, simplemente ha cambiado su fuente de energía.

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¿Qué pasa contigo? ¿Te atreverías a ponerte al volante de esta “silla eléctrica” sobre ruedas?

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