Todos conocemos a alguien que teme volar más que a nada en el mundo. Aunque los accidentes de avión son incomparablemente menores en comparación con los accidentes automovilísticos, como lo consuelan sus amigos, nada en el mundo puede convencer a estos individuos de que estén relajados en su asiento de avión. Los expertos creen que esto se puede cambiar con unos simples pasos.