Un estudio reciente publicado en la revista The Lancet Infectious Diseases arroja resultados preocupantes: incluso las infecciones leves de COVID-19 pueden aumentar el riesgo de otras infecciones el año siguiente. ¿Qué significa esto para nuestra salud y cómo podemos protegernos?
Investigadores del Sistema de Atención Médica del VA St. Louis y Facultad de Medicina de la Universidad de Washington En St. Louis analizaron datos de pacientes que se habían recuperado de COVID-19. Descubrieron que las personas que dieron positivo en la prueba de COVID-19 tenían un mayor riesgo de ser diagnosticadas con otras infecciones (distintas del SARS-CoV-2) durante al menos un año después de la infección inicial, incluso si era leve. El estudio encontró que los pacientes con COVID-19 no hospitalizados tenían un riesgo 17% mayor de infecciones bacterianas, fúngicas y virales, un riesgo 46% mayor de infecciones respiratorias y un riesgo 41% mayor de hospitalización por enfermedades infecciosas en comparación con aquellos que no estaban infectados.
Aún más preocupante es que los pacientes hospitalizados por COVID-19 tenían un mayor riesgo de desarrollar otras infecciones el año siguiente que aquellos hospitalizados por gripe estacional. Esto sugiere que la COVID-19 puede causar cambios duraderos en el sistema inmunológico, lo que lleva a una mayor susceptibilidad a otros patógenos.
Otro estudio publicado en la revista Alergia, ha demostrado que incluso las infecciones leves de COVID-19 pueden causar cambios significativos a largo plazo en el sistema inmunológico, lo que puede contribuir al desarrollo de síntomas duraderos conocidos como enfermedad de larga duración. COVID-19. Los investigadores descubrieron que los sobrevivientes de COVID-19 tenían niveles significativamente mayores de ciertas citocinas y factores de crecimiento, lo que indica una activación inmune a largo plazo.
Además, existe evidencia de que el SARS-CoV-2 puede infectar directamente órganos linfáticos secundarios como el bazo y los ganglios linfáticos, lo que provoca daños en estos tejidos y, en consecuencia, un debilitamiento de la respuesta inmunitaria.
A la luz de estos hallazgos, es importante seguir tomando medidas preventivas para reducir el riesgo de infección por COVID-19. La vacunación sigue siendo crucial para protegerse contra las formas graves de la enfermedad y sus consecuencias a largo plazo. Además, usar mascarillas, mantener el distanciamiento físico y practicar una buena higiene de manos siguen siendo formas eficaces de prevenir la propagación del virus.