Matcha es un tipo especial de té verde japonés que fortalece y vigoriza. El té, cuyas hojas se muelen hasta convertirlas en un polvo verde intenso, contiene mucha vitamina C y cinco veces más cafeína que el café. Cuando preparamos té matcha, consumimos las hojas enteras, y no solo el extracto de hoja, y por lo tanto también una cantidad mucho mayor de antioxidantes.
Ingredientes:
- 2 cucharadas de té verde matcha en polvo
- 100 g de azúcar moreno
- 3 yemas de huevo
- 200ml de leche
- 5 cucharadas de agua
- 500 ml de nata dulce
Preparación:
Mezcla té matcha y dos cucharadas de azúcar en un tazón pequeño. En otro bol batir las yemas y el azúcar restante hasta que estén espumosas con una batidora eléctrica. Calienta lentamente la leche a fuego lento y asegúrate de que no hierva. Justo antes de hervir, reserva las gambas y vierte unas cucharadas de leche caliente en un bol donde hayas mezclado té verde y azúcar. Mezclar todo bien para formar una pasta suave. Mezcle la pasta resultante con la leche caliente restante en la cacerola. Agrega las yemas de huevo espumosas a la leche. Vuelve a colocar los camarones con la mezcla en la estufa y cocina lentamente a fuego lento hasta que la mezcla espese. Nuevamente, asegúrate de que la mezcla no hierva, resérvala justo antes de hervir y déjala enfriar.
LEE MAS: Helados caseros: una alternativa sabrosa y saludable
Batir parcialmente la nata dulce en un bol y mezclarla con la mezcla enfriada. Vierte la deliciosa mezcla resultante en cualquier recipiente para guardar helado (también puedes usarlo en moldes livianos) y colócalo en el congelador. Después de 30-45 minutos, la masa se congela en los bordes del recipiente. Luego saca el recipiente del congelador, revuelve para deshacer las partes congeladas y vuelve a ponerlo en frío. Repetimos el proceso unas cuantas veces más, ya que sólo así conseguiremos la estructura cremosa de nuestro delicioso helado de matcha. Es importante introducir la mayor cantidad de aire posible en la masa, de lo contrario se formarán cristales en ella. Cuando el helado adquiere la textura adecuada, se sirve y se disfruta.