Sabía que te había superado cuando dejé de esperar a que volvieras.
He dejado de imaginar las miles de formas en que nos encontraremos de nuevo y volveremos a caer en tus brazos. Dejé de creer que todo lo que necesitaba era una oportunidad para cambiar. Dejé de pensar que existía la más mínima posibilidad de corregir todos nuestros malentendidos. Por primera vez vi claramente que no había manera de que pudiera continuar. No éramos uno, sino cada uno de un planeta diferente.
La verdad es que ya no nos pertenecemos. Desde ese fatídico día en que decidiste marcharte de mi vida, cuando más te necesitaba. Realmente te necesitaba.
Ya no nos pertenecemos, desde que dejamos de intentarnos el uno al otro. No nos separamos de la noche a la mañana. Estábamos separados por palabras no dichas y una distancia silenciosa. Una grieta invisible en nuestra relación aparentemente impecable que finalmente resultó ser nuestra perdición. El silencio y la falta de comunicación nos llevaron a un estado de colapso inevitable.
No pedí mucho. Todo lo que quería era honestidad y transparencia sin mentiras ni engaños. Todo lo que quería era alguien que me tratara con amor, cuidado y respeto. Alguien que me pusiera primero porque le importo. Alguien que nunca, nunca renunciaría a nuestra relación sin importar lo difícil que se pusiera. Alguien que aprecie mi valor y aprecie la persona que soy sin necesidad de cambiarme.
No puedo ser la persona ideal que has estado buscando. Tal vez me equivoqué al pensar que el amor todo lo puede conquistar y que merecemos una segunda oportunidad. Cuando volvimos a intentarlo, me di cuenta de que nuestra relación ya había terminado.
Estábamos atrapados en expectativas incumplidas y un resentimiento creciente. Es irónico que la relación que alguna vez nos trajo tanta alegría se haya convertido en la causa de nuestro sufrimiento.
Poco a poco me di cuenta de que estaba exactamente donde tenía que estar. No tengo ningún deseo de encontrar otra pareja, todavía no. No quiero preguntarme qué podría haber hecho de manera diferente para que nuestros caminos se hubieran conducido el uno al otro.
Estoy listo para mí y mi vida sin ti.