Para muchos, las declaraciones de Trump sobre los 60 aranceles % son otra provocación "preelectoral". Pero una vez que leas "El Acuerdo de Mar-a-Lago", te reirás a carcajadas. Tras bastidores se esconde una estrategia que podría transformar radicalmente el sistema financiero global e impulsar a Estados Unidos a lugares donde ni siquiera los populistas latinoamericanos han llegado aún.
Cuando el expresidente estadounidense Donald J. Trump anuncia una nueva doctrina económica, el mundo a menudo considera sus palabras como teatro para su base electoral. Pero, tras bastidores, se dice que existe un texto estratégico real, llamado extraoficialmente “Acuerdo de Mar-a-Lago”, que establece un plan para una reestructuración integral del orden económico global.
El documento, elaborado por un grupo en torno al economista Stephen Miran, revela un plan de tres frentes: Devaluación del dólar, imposición masiva de aranceles y reestructuración de la deuda estadounidense – incluida la idea de bonos a 100 años con un cupón mínimo. Si esto suena como la versión económica de “Mad Max”, no eres el único que pone los ojos en blanco.
Giro ideológico: ¿Estados Unidos como país en desarrollo?
La estrategia podría marcar un giro histórico en el que Estados Unidos –durante mucho tiempo el epicentro de las finanzas globales– comience a emplear tácticas típicamente reservadas para los países en desarrollo: devaluación, proteccionismo y reestructuración de la deuda.
Imaginemos el siguiente escenario: según esta lógica, Estados Unidos debilitaría deliberadamente el dólar, introduciría aranceles proteccionistas y al mismo tiempo convencería a los países extranjeros de cambiar las deudas estadounidenses por bonos a ultra largo plazo. En teoría, Washington “congelaría” sus obligaciones y las exportaciones volverían a ser competitivas debido a un dólar más débil.
Pero el problema es obvio: Los intentos de devaluar y fortalecer simultáneamente el dólar mediante medidas arancelarias son fundamentalmente contradictorios.
La trampa del dólar: la paradoja de la moneda de reserva mundial
El núcleo de esta estrategia se basa en una crítica al estatus del dólar como moneda de reserva global. Miran sostiene que este estatus perjudica a la industria estadounidense al inflar artificialmente el valor del dólar, haciendo que los productos estadounidenses sean más caros y menos competitivos. Pero la ironía es obvia: ese mismo estatus permite a Estados Unidos llevar un estilo de vida que le permite importar bienes reales a cambio de “promesas de dólares digitales”.
Si Estados Unidos abandona este privilegio –o el propio mundo pierde la confianza en él– las consecuencias serán globales. Incluyendo tasas de interés más altas sobre los bonos estadounidenses, pérdida de liquidez y una posible crisis de confianza en el sistema fiscal de ese país.
“Guerra Aduanera 2.0”: ahora también con categorización moral de países
Uno de los elementos más llamativos de la estrategia es la propuesta de introducir “sistema de crédito social” global:los países que sigan los intereses estadounidenses –desde pagar a la OTAN hasta respetar la propiedad intelectual estadounidense– recibirían privilegios de acceso al mercado, aranceles más bajos y otros beneficios. ¿El resto del mundo? Que se prepare para la “disciplina”.
Esto significaría que las relaciones comerciales se transformarían en relaciones morales: cooperen con nosotros o paguen un impuesto por su desobediencia. Aunque Estados Unidos ha utilizado durante mucho tiempo la influencia económica para alcanzar objetivos geopolíticos, este sistema institucionalizaría esa práctica.
Un imperio endeudado
Pero quizás la parte más alarmante del documento es la propuesta de reestructuración de deuda:Emisión de “bonos del siglo”, bonos con vencimiento a 100 años y cupón mínimo. Esta es una clara señal de que Washington quiere reducir sus cargas actuales y traspasarlas a las generaciones futuras.
En una versión extrema, el documento incluso menciona la posibilidad impago de intereses a los tenedores extranjeros de bonos estadounidenses. En otras palabras: insolvencia técnica.
Estados Unidos, que en el pasado ha enseñado al mundo sobre política fiscal responsable, ahora está coqueteando con la posibilidad de aplicarla deliberadamente. no honraron sus obligaciones de deuda – algo que habría sido inimaginable hace una década.
¿Nueva doctrina o medidas desesperadas?
El Acuerdo de Mar-a-Lago no es un documento oficial de la Casa Blanca, sino más bien un concepto. Pero si lo leemos como el punto de partida programático de la futura administración, revela profunda incertidumbre dentro del sistema americano.
En lugar de un imperio seguro de sí mismo, se revela la imagen de un país dispuesto a sacrificar la confianza global para sobrevivir a su propia crisis fiscal. Esto no es un manifiesto de poder, sino... prueba de que el imperio ha llegado a un punto en el que sólo confía en la terapia de choque.
Tres pasos de la estrategia económica de Trump - Acuerdo de Mar-a-Lago: Cómo "Hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande"
Para cualquiera que se pregunte qué hay exactamente detrás de los "fuegos artificiales arancelarios" económicos de Trump, la respuesta es bastante clara y preocupante. Se dice que su equipo ha elaborado una estrategia de tres pasos, que algunos llaman Acuerdo de Mar-a-Lago, en honor a su famosa finca de Florida. Es un intento de resolver la profunda crisis fiscal e industrial de Estados Unidos con métodos que conocemos principalmente de América Latina, no de Washington.
1. Devaluación del dólar estadounidense
Trump quiere que el dólar se debilite. Y esto no es un error de imprenta.
¿Por qué? Porque un dólar fuerte significa que los productos estadounidenses son más caros en el mercado global, y eso perjudica a la industria nacional. Si el dólar es demasiado caro, entonces una máquina alemana es más barata que una estadounidense, incluso si está fabricada en Luisiana. La idea es que al debilitar artificialmente la moneda (léase: “depreciar el valor del dólar”), las exportaciones estadounidenses se volverían más competitivas.
Esto funciona, pero generalmente en países donde la gente tiene ingresos mucho más bajos y un nivel de vida más bajo. En el caso de EE.UU., esto significaría importar inflación: Los precios de los bienes importados se dispararían, desde los iPhones hasta los plátanos.. En este contexto, se trata de automutilación económica con fines terapéuticos.
2. Aranceles masivos a las importaciones, no solo de China, sino de todo el mundo.
Si algo no está "Hecho en EE. UU.", debería ser más caro. Y si con esto también atacamos a nuestros aliados, mala suerte.
Trump quiere imponer aranceles a los productos procedentes de China, lo cual no es nada nuevo. Pero en el “Acuerdo de Mar-a-Lago” se dice que va aún más allá: También se espera introducir aranceles de importación a productos procedentes de Europa, México, Canadá, Japón… prácticamente todo el mundo. ¿Por qué? Porque China encuentra soluciones alternativas: envía el producto a México, que lo procesa ligeramente y, listo, una hamburguesa libre de impuestos en el plato de un estadounidense.
Para evitarlo, los aranceles se volverían globales y también dependerían de lo “amigable” que sea un país con EE. UU., y de ahí surge la idea de una especie de “sistema internacional de clasificación de países”. Si pagas a la OTAN, respetas las patentes estadounidenses y no te gusta Rusia, eres "genial" y pagas menos. ¿Si no? Dígale a los ricos que preparen sus billeteras.
3. Reestructuración de la deuda estadounidense: bonos a 100 años y “trucos mágicos de los tipos de interés”
Cuando ya no puedes pagar tu deuda, simplemente la extiendes por cien años. Dejemos que las próximas generaciones se preocupen.
Estados Unidos tiene más de 34 billones de dólares en deuda. Y ese es el problema. Los tipos de interés están subiendo y la deuda se acumula. ¿Solución? Emisión “bonos del siglo”, es decir, bonos gubernamentales con vencimiento a 100 años. Si un país emite hoy un bono con un tipo de interés muy bajo, la cuota a pagar en el futuro será relativamente pequeña, pero hoy recibe un pequeño respiro.
¿Problema? Los países extranjeros lo notarán. Y tal vez diga: "Gracias, no, gracias". ¿Quién querría prestarle dinero a alguien que sólo lo devolvería en cien años? Y eso también, si tienes suerte. No se trata de una estrategia para hacer crecer un imperio: es una solución que normalmente ofrece un tío en quiebra que pide un préstamo puente.
Conclusión: una crisis en tres actos
- Realidad económicaEstados Unidos se da cuenta de que la desindustrialización prolongada, el aumento de la deuda y la dependencia de la confianza global son insostenibles.
- Giro geopolíticoEl equipo de Trump cree que se puede recuperar el poder redefiniendo agresivamente las reglas del juego.
- Fragilidad financiera:El mundo ve lo que los estadounidenses tal vez aún no quieran admitir: que Estados Unidos está al borde de perder su activo más poderoso: su condición de pilar confiable del orden mundial.
Si Estados Unidos decide efectivamente seguir la ruta del “Acuerdo de Mar-a-Lago”, marcará el fin de la era del dólar como moneda mundial y el comienzo de un mundo en el que el poder y la moneda volverán a estar separados.
Plan de Trump para las criptomonedas – 2025
Cuando combinamos todos los elementos clave »Plan de Trump sobre las criptomonedasDesde el ataque sistemático a la Reserva Federal de EE. UU. y a las instituciones monetarias tradicionales, hasta la introducción de aranceles que generan presiones inflacionarias y la participación financiera directa en proyectos descentralizados, se nos presenta un panorama sorprendentemente coherente. Ya no está claro dónde termina la política y dónde empieza el interés financiero, ni viceversa. En este contexto, se plantea cada vez más una hipótesis que era completamente impensable hace apenas unos años: ¿está Trump desestabilizando deliberadamente el dólar estadounidense? Y no como un efecto secundario de sus acciones, sino como el núcleo de una estrategia que supuestamente liberará a Estados Unidos del "yugo financiero central" e impulsará hacia un nuevo futuro monetario descentralizado, con Bitcoin como moneda de reserva alternativa, gran parte de la cual (casualmente o no) pertenece a las empresas y aliados de Trump.
Si esta hipótesis fuera cierta –que el expresidente estadounidense está socavando activamente la confianza en el dólar–, para consolidar su propio imperio criptográfico – entonces ya no estamos hablando sólo de una política económica no tradicional, sino de una subversión monetaria sin precedentes en la historia moderna. Un escenario así significaría no sólo el fin del orden mundial del dólar, sino también el comienzo de una era en la que el poder de una nación se mide en la propiedad de servidores, tasas de hash y tokens descentralizados. Esto sería una transición desde La hegemonía fiduciaria en el tribalismo criptográfico – con el presidente como el mayor “validador” del nuevo mundo. Si a esto le sumamos el acorde público-Mar-a-Lago, entonces todo cobra sentido.
Conclusión: ¿el fin de la ilusión y el comienzo de una gran reorganización? Acorde de Mar-a-Lago
Si durante décadas el poder estadounidense estuvo anclado en una combinación de superioridad militar, diplomacia blanda y confianza inquebrantable en el dólar como base de la economía global, entonces el “Acuerdo de Mar-a-Lago” actúa como un último intento de reinicio del sistema, que está a punto de estallar. Ya no se trata del cambio de política habitual a través del Acuerdo de Mar-a-Lago, sino más bien desviación de las normas acordadas, en el que se basa el orden global posterior a la Segunda Guerra Mundial, desde Bretton Woods hasta la OMC.
La supuesta estrategia de Trump, ya sea impulsada por convicciones personales, oportunismo político o necesidad financiera, abre una caja de Pandora: ¿Qué sucede cuando una superpotencia pierde la capacidad de cumplir con sus propios estándares?? Y lo más importante: ¿cómo reacciona el resto del mundo ante esto?
Europa quizá tenga que reflexionar durante algún tiempo sobre si se trata de una anomalía temporal o de una nueva constante en la política estadounidense. China, como rival estratégico, seguramente ya está calculando los beneficios y desventajas del debilitamiento de Estados Unidos y planificando cómo consolidar el yuan como alternativa global. ¿Y las pequeñas economías abiertas como Eslovenia? Estarán aún más expuestos a los caprichos de las superpotencias y tendrán que, como siempre, encontrar su camino en un juego global donde otros escriben las reglas.
Pero tal vez este mismo momento de pánico silencioso y de malestar sea también una oportunidad para plantear una pregunta honesta: ¿es un sistema basado en una moneda de reserva única sostenible en el largo plazo? Y si no, ¿será el futuro acuerdo el resultado de la cooperación o de una transición forzada, como ya lo sugiere el Acuerdo de Mar-a-Lago, con un toque de aranceles, bonos a largo plazo y juegos de divisas?
Trump no es sólo un actor populista en esta historia. Podría ser un síntoma. Él podría ser el primero en Expresa en voz alta la verdad que otros no se atreven a decir:que el imperio americano ya no es tan fuerte como lo era. Y si Gorbachov tuvo su momento de perestroika, quizá ahora –con aranceles y una imprenta inflacionaria– Washington esté teniendo uno también.
La única pregunta es: ¿Quién seguirá creyendo que el dólar es realmente válido después de esta reforma?