Estás orgullosa de ser una mujer fuerte que nunca se rinde a pesar de las malas circunstancias, pero en ciertas situaciones deberías hacerlo de todos modos, por tu propio bien.
La perseverancia y el esfuerzo sin importar el resultado son encomiables, pero a veces es necesario decir: "¡Suficiente!"
A veces hay que pensar en uno mismo y no en los demás. Tienes que decirles, y especialmente a ti mismo, que no hay nada de malo en no ser fuerte.
Cuando…
1. Acepta que no mejorará
Ya sea una situación desagradable en el trabajo o en tu vida amorosa, tarde o temprano llega un momento en el que te das cuenta de que simplemente no hay solución para tu problema. En esos momentos, las mujeres fuertes a menudo intentan cambiar lo inmutable, pero al comportarse de esta manera, en realidad se están dañando a sí mismas. Necesitan dejar de convencerse de que podría ser diferente, aunque su intuición les diga que no sucederá. En tales situaciones, tienes que "rendirte".
2. Tu salud se resiente por ello
Incluso si das 100% en situaciones positivas, te desgasta. La misma actitud en situaciones negativas tiene un impacto aún mayor en tu salud mental y física. Cuando te sientes mental o físicamente cansado por el esfuerzo que has puesto en resolver un problema en particular, y cuando tu cuerpo deja claro que ya ha tenido suficiente, entonces es hora de dejarlo. No vale la pena poner en peligro tu propia salud por el bien de los demás.
3. Acepta que tus esfuerzos nunca serán recompensados
Cuando se trata de negocios, le cuesta decidirse a tomar riesgos. Quiere mantener su trabajo a toda costa, incluso si siente que su trabajo está infravalorado. Sin embargo, esto no quiere decir que desaparezcan tus ganas de progresar y mejorar. Si ha notado que su arduo trabajo y dedicación nunca son recompensados, o que su éxito a menudo se atribuye a otra persona, es posible que deba arriesgarse y dejar ese trabajo. Una cosa es cierta: si te quedas donde estás, tu insatisfacción solo aumentará.
4. Tus prioridades cambian
Mucho cambia con el tiempo, incluidos los objetivos. Si cierta cosa ya no es su prioridad, no tiene que sentirse obligado a seguir con ella. Concéntrate en lo que realmente quieres porque es la clave para la satisfacción a largo plazo.
5. Simplemente no eres feliz
Cuando le resulta difícil sonreír, es hora de pensar en todos los aspectos de su vida. Mira dentro y trata de entender qué (o quién) está frenando tu felicidad. Tal vez la raíz del problema no esté solo en esto, sino también en el hecho de que no sabes cómo renunciar a las cosas o personas equivocadas en el momento adecuado.