Cuando miré por primera vez a los ojos de mi pareja enamorada, pensé que veía todos los colores del arcoíris en ellos, y luego por un momento pensé que solo veía uno: el color del amor. Cinco años después, este color ya no se puede detectar solo con los ojos, sino con cada célula de mi ser, con cada respiro que tomo junto a él en las mañanas.
Amor después de cinco años. ya no es ese amor inicial, anhelante, ardiente. No más chispas que sacuden tus nervios y te mantienen despierto toda la noche. Es algo mucho más profundo, más sutil, pero aún más poderoso. Esto es amor maduro.
Como dijo una vez el sabio escritor Antoine de Saint-Exupéry: “Amar no es mirarse el uno al otro, sino mirar juntos en la misma dirección.Esto es lo que después cinco años realmente lo entiendes. El amor es más que una búsqueda apasionada del placer en el abrazo de otro, también es una vida compartida, un sueño compartido, una dirección común, incluso cuando se está en caminos diferentes.
Me gusta recordar aquella anécdota cuando decidimos ir de excursión a la montaña en pleno verano. Era una subida que para él era fácilmente pasable, pero para mí era un auténtico reto. Cuando tropecé, cansada y al borde de la desesperación, se volvió hacia mí, me ofreció la mano y me dijo: "No vamos a llegar a la cima, sino a pasar este día juntos". No importa qué tan rápido vayamos, es importante que vayamos juntos". Fue una lección que moldeó mi comprensión del amor y nuestra relación.
En estos cinco años Aprendí que el amor a veces es silencioso. No siempre se trata de grandes gestos, regalos espectaculares o abrazos apasionados. A veces el amor es cuando alguien te ayuda a lavar los platos después de un largo día, cuando te preparan café exactamente así, de la forma que más te gusta, o en el hecho de que te agarra la mano en medio de un paseo y te dice cuánto te quiere.
También aprendí que el amor requiere trabajo. No siempre es fácil. A veces tienes que hacer compromisos, a veces tienes que admitir un error, a veces tienes que hablar de cosas difíciles. Pero es este trabajo, este esfuerzo, lo que también hace que el amor sea tan especial. Cada momento que pasamos juntos, cada paso que damos juntos profundiza este vínculo entre nosotros.
El amor maduro es tan profundo como el océano, tan infinito como el universo, y constantemente me sorprende con las nuevas profundidades y dimensiones que puede alcanzar. Después de cinco años, el amor aterrizó. Ya no es esa fuerza turbulenta y volátil. Es fuerte, estable, es como un hogar, en el que estoy feliz de aterrizar una y otra vez. El amor después de cinco años es paz.. es un refugio Es hogareño. es lealtad Es saber que hay alguien a tu lado que te ama incondicionalmente, sin importar lo que la vida te depare.
Y créeme, no lo querría de otra manera.