fbpx

Sonrío por fuera, pero me desmorono por dentro, cuando no es el cuerpo el que está cansado, sino el alma.

Foto: Freepik

¿Alguna vez te has despertado sintiéndote demasiado cansado para afrontar el día? Todas las funciones de tu cuerpo están activadas (respiras, caminas, hablas), pero por dentro solo sientes vacío.

Es posible que aún puedas realizar tareas cotidianas, pero sin ninguna chispa. Todo lo que antes disfrutabas hacer ahora suena como un recuerdo lejano, borroso e inalcanzable. Es el tipo de cansancio que ni un largo sueño ni unas vacaciones pueden solucionar. Esto no es agotamiento físico. Esto es algo más profundo, silencioso y al mismo tiempo difícil. Esto es fatiga del alma.

Te preguntas: ¿Qué me pasa?

Y lo más confuso de todo es que no puedes explicar por qué te sientes tan vacío.. No ocurrió nada drástico. No hay ninguna tragedia, ninguna razón específica. Y sin embargo... es como si algo dentro de ti se estuviera desvaneciendo. Es como si te estuvieras perdiendo poco a poco. ¿Te preguntas dónde se ha ido tu alegría? ¿Por qué la risa parece tan lejana? ¿Por qué tus pensamientos vagan sin rumbo, como la llama de una vela que se apaga lentamente?

Cuando duele... Foto: Freepik

Fatiga que no se debe al cuerpo

Cuando el alma está cansada, se nota de todas las maneras posibles.. No estás durmiendo bien. Cuando te quedas dormido, tienes sueños intensos, a veces incluso caóticos, que te hacen despertar aún más agotado. Puede que tu cuerpo no esté enfermo, pero aún así te duele. Todo. Hombros, espalda, ojos, estómago. No tienes explicación Sientes tensión y presión que no tiene origen físico. Es como si algo pesado yace invisiblemente sobre ti.

Y lo peor es que no encuentras la palabra adecuada para describir esta situación.. Hay algo...pero ¿qué? En algún lugar dentro de ti, hay un dolor latente, y ni siquiera sabes qué lo causó. Las emociones son silenciosas y ruidosas al mismo tiempo. Confundido. A veces lloras sin motivo. A veces te enojas, pero ni siquiera sabes por qué. Todo es demasiado, todo no es suficiente. Confusión. Desalineación. Fatiga emocional.

La brecha invisible entre mente, corazón y cuerpo

Todo lo que eres parece un mosaico fragmentado que ya no puedes reconstruir.. Tus pensamientos están acelerados y estás perdiendo el enfoque. Las conversaciones te cansan. Las multitudes te agotan. Incluso el silencio se vuelve ruidoso. Generalmente eras una persona que encontraba consuelo en la naturaleza, el arte, los libros o la gente. Ahora ya nada te inspira. Todo lo que quieres es paz. No paz, como descanso. Pero la paz, como reconectarse con uno mismo.

El silencio habla... Foto: Freepik

Cuando empiezas a preguntarte si te has perdido a ti mismo

Quizás incluso hayas considerado empezar de nuevo.. Cambió de trabajo, de lugar, de entorno, borró la historia. Pero en el fondo sabes que no es el lugar que arreglará las grietas dentro de ti. Dondequiera que vayas, tu alma cansada irá contigo. Y él no busca nuevos estímulos, él te busca a ti. Ella quiere que regreses con ella. Para darle tiempo, espacio y, lo más importante: compasión.

¿Cómo reconoces que tu alma está pidiendo atención?

Cuando tu cuerpo funciona pero tu corazón ya no siente, aparecen pequeñas señales que al principio pasamos por alto. Un sentimiento de alienación. Sensibilidad repentina a las palabras. La sensación de estar presente en un espacio, pero no estar realmente allí. Vivir la vida de otro. Es como si fueras un observador y ya no el personaje principal de tu propia historia.

Estas señales no son de debilidad. Son una llamada de tu yo interior de que has pasado demasiado tiempo en un rol que no era tuyo. Estabas dirigiendo demasiada energía hacia afuera y no la suficiente hacia adentro. Diste demasiado y recibiste muy poco. Y ahora tu alma te está enviando un mensaje: “Detente”. Mírame. "Me gustaría saber de usted."

Es hora de vivir para ti mismo.

Tu alma no necesita frases motivacionales, ni horarios, ni disciplina. Es necesario un contacto honesto. Permítete ser vulnerable. Permítete quedar sin respuestas. No intentes forzarte a volver a la "normalidad". Tu nueva normalidad surgirá de lo que sientes ahora, si tan solo te permites sentirlo.

Mantén la cabeza en alto y sigue adelante. Foto: Freepik

En lugar de huir de este dolor silencioso, abrázalo. Pregúntale qué quiere decir. Tal vez quiera que dejes de lado tus expectativas. Respirar diferente. Para parar. No porque seas débil, sino porque has sido fuerte durante demasiado tiempo.

Escucha el silencio donde comienzas a regresar a ti mismo.

Que tu recuperación no sea una acción, sino un estado. Sal a caminar sin destino. Escucha música que te calme, no que te motive. Escribe tus pensamientos sin censura. Permítete dormir más. Di “no” sin culpa. Y sobre todo: deja de preguntarte por qué te sientes así. A veces la comprensión no es necesaria. La presencia es suficiente. Eres suficiente

Tu alma no está buscando una respuesta. Buscándote. Y a medida que poco a poco comiences a volver a ti mismo (no a través de la lucha sino a través de la compasión), comenzarás a sentir algo extraordinario. No será éxtasis. No habrá euforia. Pero habrá paz. Un poder suave y silencioso que dice: "Estoy aquí. Siempre lo he estado. Simplemente olvidaste escucharme".

contigo desde 2004

Del año 2004 investigamos tendencias urbanas e informamos a nuestra comunidad de seguidores diariamente sobre lo último en estilo de vida, viajes, estilo y productos que inspiran con pasión. A partir de 2023, ofrecemos contenido en los principales idiomas del mundo.